13 de agosto de 2014

De una mujer...

Hago un pequeño recuento de las ocasiones, las situaciones que hemos vivido juntas; y no puedo caer en cuenta en que momento me enamoré de ella.

Sí, lo sé; es sacrilegio. Es pecado. Es un error de la naturaleza y por ende, deberé de ir al infierno por ello. Y sí, así es; es verdad…

Me enamoré de una mujer. Siendo yo una mujer.

Pero eso no es lo más pecaminoso que puedo narrar, no.

Me enamoré de una mujer mayor que yo, por algunos años. Me enamoré de una maravillosa chica, me enamoré de su sencillez, de su nobleza, de su delicadeza, de aquella gracia característica de ella… ¿Y sabes que es lo peor? Qué le he jurado amor eterno.

¡Amor eterno!

¡Pero que pecado! ¡Gran sanción! ¡Jurar amor eterno! Es algo sumamente peligroso… Y aún más, prohibido al jurárselo a una mujer. ¡Una mujer!

¡Pero qué dirá la sociedad! ¿Qué dirá la iglesia? ¿Qué dirán mis padres, los de ella?

Lo siento. Es algo que no me interesa. Lo sé, lo sé, me estoy condenando; quizás ya tengo mi lugar en aquel infierno del que todos huyen y temen. Pero, prefiero mil veces ir al infierno por haberme enamorado, que sufrir y condenarme en vida, por jamás haber conocido lo que es amar. Es terrible ver como algunos confunden el amor con la necesidad, es doloroso escuchar muchos “Te amo” y  “Te quiero” cuando en verdad, no sienten ni una pizca de lo grandioso que significan esas palabras. Es triste ver, como poco a poco todo se reduce a un mero estereotipo.

Te he de confesar, qué, cuando la veo, mi cuerpo se estremece. Mis latidos cardiacos se aceleran a una velocidad inverosímil que podría jurarte que moriré de un infarto. Cuándo sonríe… ¡Dios! Su sonrisa es tan bella… Cuándo me mira con sus ojitos llenos de curiosidad, podría morir dichosa…

¿Alguna vez has sentido eso que te estoy expresando yo? Alguna vez, ¿Tú corazón latió así por alguien?
A mí me importa un bledo sí fue un hombre o una mujer… Creo que, lo importante es que hayas experimentado este hermoso y noble sentimiento. Quiero que por una vez entiendan, que a mí no me interesa sí ella es mujer, sí las dos somos mujeres, sí las dos somos histéricas en potencia… A mí no me interesa el género ni los roles que podríamos desempeñar ambas… Lo que en verdad me interesa es el amor que le profeso a esa linda y noble chica y el amor que ella me profesa a mí.

El amor que puedo llegar a sentir y las ganas infinitas que tengo de protegerla.

La felicidad y dicha que puedo tener de amar y ser amada.

Es algo sumamente maravilloso, ¿No crees?


Bueno… todo depende de con el lente que veas las cosas. Ya que muchos, no aceptan este tipo de amor… Y mi pregunta es, ¿Por qué? ¿Porque la naturaleza dice que está mal? ¿Por qué la sociedad y la iglesia tacha de pérfidos y pecadores a aquellos que no cumplen con el estereotipo?

Eso es muy penoso… Qué por lo que unas cuantas personas dicen, creen y suponen es correcto, nosotras tengamos que escondernos para tomarnos de la mano, para darnos un casto beso… Sé que es incómodo para muchos… Pero más incómodo es no poder demostrar el amor a la persona que amas, con gestos sencillos como un abrazo, una sonrisa, tomarse de las manos…. Porque ya todo está mal.

¿Quieres conocer mi peor confesión? Es terrible, pecadora y sé que cambiaré tu vida para mal. Lo sé, todos los que saben, así lo hacen; al saber que estoy enamorada de una mujer, me tachan de impura, promiscua quizás, olvidada o urgida; desubicada y enferma, solo por profesarle amor a una mujer… Mi peor pecado, mi peor confesión.

Es que al hacer el amor, me entrego en cuerpo, mente, alma y corazón.

¿Está mal hacerlo? ¿Entregarse por completo a una persona?

De seguro me dirás ¡Ya lo escuché! “Entregarte a alguien así, es peligroso, porque podrá traicionarte…” Y ¿Sabes? Yo te responderé:

Eso no importa. Porque si no te entregas, cada vez que amas; entonces ¿Qué estás haciendo? No estás formando un vínculo, no estás generando esa calidez que estoy segura, nadie te podrá brindar. Ahora sé, que muchos creerán que mis palabras solo son blasfemias. Me da igual; he hecho el amor con una mujer y me encantó.
No tanto por el acto carnal, ni por el placer o la cúspide conocida como el orgasmo. Si no, porque en ese momento de intimidad, entre dos personas… Puedes conocer completamente desnuda a aquella persona. No, no me refiero a la desnudez del cuerpo; no. Me refiero a una desnudez más vergonzosa y que en verdad genera miedo.

Me refiero a la desnudez del alma, de la mente y del corazón de esa persona. Porque solamente así, puedes conocer a la persona en su forma más débil, vulnerable y sencilla. Es así, pues como llegamos al mundo ¿Cierto? Es así, como nos iremos de este lugar llamado Tierra, entonces, ¿Por qué no dejar que alguien más conozca la desnudez de nuestro ser?

Es por eso que ahora, soy tachada de ninfómana y una degenerada en cuanto a mi pensamiento.

Pero creo yo, que mayor amor no puede haber, cuando eres realmente, y de todo corazón correspondido.

Ya no importa el género. Sí es hombre o mujer. Sí te ama; ¡Ámale!

No importa su raza. Sí es blanco o negro. Sí te mira con ensoñación… ¡Ámale!

No te debe de importar su religión. Judío, ateo, cristiano… Sí te jura amor… ¡Ámale!

Creo qué, lo más bello de este sentimiento, es lo que puedes conoces, descubrir y dar hacia todos... Pero sobre todo hacía la persona que siempre ha estado contigo, desde tu existencia: A ti.

Sí, lo sé. Soy una pérdida. Me enamoré de una mujer. Soy pecadora por hacer el amor con una mujer; pero puedo decirte que tengo la dicha de saber que es amar; lo que es conocer el amor quizás no en todas sus facetas, pero que voy descubriendo poco a poco…


Dime, mientras leías, ¿Pensaste en alguien?


Sí es así, entonces, ámale.

14 de julio de 2014

Cabello

Hoy me he cortado el cabello. Y con una estilista que jamás en mi vida había visto.

Muchos –sobre todo mujeres-, considerarían esta acción como blasfema. Gritarían y quizás criticarían por tener tan poca consideración con mi cabello. Pero…

Pero en lo que a mí concierne, el cabello simplemente es eso: Cabello.

“El cabello a final de cuentas crece.” Esa es mi frase. Pero eso no es lo que deseo externar.

Hoy me he cortado el cabello. Parece una decisión fácil –y lo es- Pero precisamente hoy, lo hice con una doble intensión. Además de la necesidad de cortarlo, lo hice con el propósito de deshacerme de muchas cosas malas.

Malas experiencias.

Malos sabores de boca.

Depresiones.

Tristezas.

Enojos.

Orgullos.

Problemas… Sobre todo problemas.

Hoy me he cortado el cabello, con la intensión de dejar todo eso atrás. No deseo seguir cargando con ellos, y qué se enreden y enmarañen en mi mente y corazón. Es por eso qué, de forma simbólica me he deshecho de todas esas cosas que comenzaban a convertirse en un cáncer para mí. Es por eso que hoy me corte el cabello, para cortar de tajo todo aquello que comenzaba a mermar mi vida y qué por un momento u otro me hizo actuar como alguien que no era.

Cortarse el cabello; para muchos puede tener significados. Para otros no.

Para mí, la mayoría de las veces no lo tiene.


¿Qué significado tiene para ti?


Pero, en esta ocasión, sí. Hoy simplemente le di el significado de un gran cambio. Un cambio en donde dejaré todo eso feo y malo atrás, y seguiré con mi vida. Olvidaré muchos problemas y procuraré desempeñarme mejor. Seré más ligera, y trataré de llevar la vida más relajada.

Es por eso, que hoy…


Me corte el cabello.

10 de julio de 2014

Incertidumbre


El ser humano puede soportar muchas cosas:

Dolor. Desesperación. Humillación. Odio. Rencor. Miedo.

Pero hay algo, en esta vida, que el ser humano no puede soportar ni con la gracia divina de Dios:

La incertidumbre.


¿Cómo lo sé?

Pequeños eventos me hicieron darme cuenta qué, puedo con muchas cosas negativas, e incluso positivas. Pero qué, en definitiva, algo que no puedo controlar y qué, me hace estar fuera de sí; es la incertidumbre.

Es curioso, porque tengo etapas por las cuales paso. Quizás todos los humanos pasamos por ellas, pero de forma distintas; las presentamos quizás o quizás no. Todo depende de la situación en el momento y claro está, de la persona.

Primero; no le doy importancia. Y continuo con mis cosas. "No pasa nada" me repito.

Segundo; comienzo a tener más presente la duda y la idea. Y todavía me repito con fuerza tratándome de convencerme "No pasa nada".

Tercero; una ligera sensación de angustia crece en mi ser, comenzando ya, a agobiarme esa idea y ocupar la mayor parte de mi mente logrando qué no me concentré bien en lo que estoy haciendo. Pero, aún lucho contra esa idea.

Cuarto; la idea no me deja. Y es molesta, muy molesta, pero a la vez, estoy asustada, comienzo a sentirme intranquila, ansiosa, confundida y con miedo.

Quinto; mis pensamientos se vuelven fatalistas. realmente fatalistas, comienza a subir mi grado de ansiedad, me rasco las manos, juego con mi cabello, los ojos me arden. El pecho me oprime. Me duele. Me duele. La desesperación comienza a apoderarse de mí.

Sexto; ya no sé que hacer, las ideas que tengo ahora son extremadamente bizarras, accidentes, problemas, invasiones, guerras.. ¡Todo lo que puedas imaginar! Es lo que pasa por mi mente, mis manos tiemblan, la boca se me seca. Me duele el pecho, mi mente me agobia y grita: 

"¡Pasó algo malo! ¡Pasó algo malo! ¡Pasó algo malo! ¡Pasó algo malo! ¡Pasó algo malo! ¡Pasó algo malo!"

Y yo, me repito fuertemente, tapándome los oídos y cerrando los ojos:

"No pasó nada, no pasó nada..." "No pasó nada, no pasó nada..." "No pasó nada, no pasó nada..."

Pero... ¿Y sí, sí pasó?

¡Y ahí vamos de nuevo! La ansiedad me invade, el temor y el miedo es muy grande...

No soporto mis pensamientos, mi cuerpo tiembla, ¿Es acaso la incertidumbre peor que la muerte? Quizás es el sufrimiento en vida del hombre, antes de ir a parar a algún plano tridimensional o superior al que está. O tal vez, solo es producto de todo lo que hemos vivido y qué, sin saber cómo no lo podemos controlar teniendo como resultado esto.

Me acuesto y me hago ovillo.

Lloro.

Llorar, aunque suene algo extraño, me relaja. Aunque la idea aun me taladra.


Definitivamente, algo que jamás en mi vida, podré soportar es;


La incertidumbre.

6 de julio de 2014

Silencio



Estoy en silencio, pocas veces lo estoy.
He estado callada, siempre lo soy.

¿Qué es en realidad el ruido?
¿Y cuál es el sonido del corazón?
El lamento solo es, una llamada.
Una llamada de nuestro yo.

Lagrimas derramadas;
sonrisas apagadas;
eso es lo que me convierte,
en una persona desamparada.

El silencio me abruma,
pocas veces estoy sola;
en momentos así;
mis pensamientos me agobian.

Bueno, malo, malo bueno;
¿Qué es en sí, la realidad?
Solo otro lamento.
Un triste lamento, 
cargado de melancolía y maldad.

Escribir letras, dicen apacigua;
mi alma se embravece y más me atormenta.
Estar en silencio, que reto es.
Estar callado que sencillo fue.

El silencio revela,
el ruido confunde;
¿Qué es entonces, lo que nos une?
Silencio. Eso es lo que une;
a un corazón desolado,
y uno desamparado.

Estoy sola, escribiendo letras,
ya que mis ánimos me abandonan.
Lo único que pienso es "Silencio"
Porque de él aprendo,
de él comprendo y me da consuelo.

Aunque, dentro de ese silencio,
hay un ligero sonido, uno
que aturde mi oído:
"No me dejes sola"


10 de junio de 2014

Meine Blume


Ahora me encuentro sola, escribiendo estas líneas.

Ella ya se ha ido a descansar, o al menos tratar.

Suele ser tan dulce. Tan tierna. Tan amable y adorable. Es risueña, alegre y divertida; pero también tiene ese toque de misterio, cautela, sigilosidad y seriedad... Pero ella es extremadamente curiosa.

Ella es meine Blumem, y lo sabe. Estoy agradecida por que ella, me diera tan grandioso honor. Es algo maravilloso poder cuidarla, procurarla, protegerla y amarla. Es un honor, el saber que ella sonríe para mí. Es un honor, ser la causante de sus sonrojos, es un honor... Ser huésped de este tímido y noble corazón...

Pero así como me siento halagada, honrada y dichosa; siento que con eso conllevo una gran responsabilidad; la cuál me produce un miedo atroz, que ni yo misma sé explicar con palabras...

Algunas vez, ¿Has querido a alguien y temido lastimarle? Así me pasa con meine blumen... Cuándo la veo a los ojos, y ella me sonríe mi corazón da un vuelco inesperado, late a mil por hora y pareciera que se saldrá por mi pecho... Aunque yo esté con una gran sonrisa en el rostro. Cuando ella me ve a los ojos y está triste y su rostro no muestra más que un intento fallido de sonrisa... Me preocupa y me agobia.
Jamás me había agobiado por procurar a una persona, por verla siempre feliz, hasta que la conocí a ella. Y es ahí en donde ese miedo, reencarna en un horrible monstruo diciéndome a carcajadas y gritos que algún día la lastimaré.

Temo que un día sea así: Qué un día sin querer la lastime, la hiera... Qué sus pétalos de alegría caigan por palabras hirientes mías... Tengo miedo qué, por mi culpa, esa bella flor con la que me he topado se marchite por mi culpa. La quiero tanto... Qué muchos lo ven enfermizo, muchos consideran incorrecto o algo degenerativo mi forma de amarla. Pero... ¿Qué es el amor, sino un sentimiento enfermo y sin cura? El amor no tiene razón y sí la hay es por medio de la locura.


Meine Blumen, me ha demostrado muchas cosas... Aunque ella se crea una insignificante plantita; yo la veo como una flor en pleno apogeo de belleza y juventud. Ella me ha enseñado millones de cosas; desde las más triviales, hasta cosas que no a cualquiera se le revelarían. Ella me ha tenido una paciencia colosal; lo qué no cualquiera podría lograr. Ella me ha visto llorar y me a acogido entre sus pétalos cálidos, tranquilos y dulces, ha escuchado mi llanto y me ha calmado... Me ha visto sonreír, y dice haberse enamorado de mi sonrisa y de mí.. Meine Blumen es tan buena e inocente...

Qué temo que el mundo la hiera y la desflore. O peor aún que yo lo haga.

Soy un ser humano que ha sufrido mucho. He llorado, he lastimado y me han lastimado; he conocido partes crudas que muchos no han visto, pero también conozco el lado bueno de muchas cosas... Soy una persona muy torpe en cuanto a demostrar y decir sentimientos en coherencia se trata, y más cuando esa noble florecilla esta cerca de mí.

Me pone nerviosa, me hace feliz, sonrió de tan solo pensar en ella.

Pero hay ocasiones, en las qué ella, no sabe interpretar mis conductas, mis palabras o miradas. Y eso me aterra; que un día me mal entienda y me deje... No soy co-dependiente de ella, pero no vislumbro un futuro sin su radiante alegría, sin sus bellos ojos y su amable sonrisa.


Y ahora que me encuentro a solas... Pensando y escribiendo de ella.... Me hago una promesa, o mejor dicho, me recuerdo firmemente una promesa que le hice a ella y que me hice a mí.


"Meine Blume:

No soy la mejor persona, tengo miles de millones de defectos. Cometo muchos errores y lo has comprobado. Soy un desastre y me desespero con facilidad. Lloro mucho... Y a veces (Bueno, casi siempre) me cuesta mucho expresar mi pesar.
Pero he prometido, me he jurado y he hablado, qué intentaría cambiar.
Sé que no lo haré de un día para otro, ni de la noche a la mañana. Pero me estoy esforzando, por qué tú y los demás noten esos pequeños cambios que estoy realizando por mí y por ti. No quiero cambiar porque quiera agradarte más. No. Cambio... Porque deseo ser mejor persona de la que ya soy; porque quiero ser mejor persona para ti de la que ya soy.
Quiero hacerte más feliz de lo que ya eres, mi linda flor.
Hey dime... ¿Logras ver mis pequeños cambios? Me estoy esmerando...Hey dime... ¿Te hace feliz que piense en ti? Una sonrisa se dibuja en mi rostro...Hey dime... Meine Blume, ¿Puedo protegerte, cuidarte y procurarte, siempre? Deseo hacerlo..."

Quiero estar a su lado, y verla florecer; sé que prometí jamás apartarme de ella, pero... Sí su crecimiento está con alguien más o en otro lugar, yo no le impediré su crecimiento... Dejaré que ella sea una flor conmigo... Y qué, sí el momento llega, sea un ave que emprenda un largo y alto, alto vuelo.

Quiero verla volar lejos y alto, quiero verla usar sus alas... Quiero ser espectadora del grandioso y magnífico vuelo que ella pueda lograr.

Pero por ahora... Y solo por ahora... Deseo que siga siendo una linda y bella flor. MI flor.
Deseo poder seguir cuidándola y cultivándola... Para que ella... en un futuro... Sepa que en realidad, es todo y más de lo que yo le digo día con día.


Meine Blume; Ich Liebe Dich.

30 de abril de 2014

Toma mi mano

Toma mi mano… Prometo jamás soltarla. Sé que muchos dijeron eso; sé que muchos lo prometieron… Y a
la vez, sé que jamás lo cumplieron… Pero yo lo haré diferente.

Hey, toma mi mano… Jamás la soltaré.

¿Por qué debes de confiar en mí?

Sencillo.

¡Porque te amo!

¿Perdón? Oh es verdad… Las demás personas tal vez dijeron lo mismo… Qué caray… La gente dándonos mala fama a aquellos que en verdad amamos. Pero, no dudes de mí. Te hablo con el corazón en la mano, y lo sabes. Sabes, que yo no juego con este tipo de cosas.

Hey, toma mi mano. Jamás la soltaré. No tienes que hacerlo a la de ya, puedes tomarte tu tiempo, poco a poco, con confianza, pausado y tranquilo. No presionaré, porqué sé, que ese corazón, ese dulce y bello corazón necesita confianza, amor, tranquilidad, paz, paciencia y mucha seguridad y sé que eso no se gana de la noche a la mañana… Por eso te digo, que puedes tomarte el tiempo que quieras.

Jamás alejaré mi mano de ti. Jamás me iré de tu lado. ¿Qué sí miento? ¡Yo jamás juego con los sentimientos! Puedo ser… algo diferente en mi forma de expresarlos, externarlos e incluso hacerlos conocer, puedo ser tachada de persona infantil, cursi y vulnerable cuándo se trata de amor… Pero, soy alguien enamorado. Estoy enamorada… De una maravillosa persona, sí; acabas de sonreír; eres tú. Estoy enamorada de ti.

Así que, no tengas miedo. Jamás te dejaré. Estaré contigo, en las buenas y en las malas, en las peores y en las agradables, en lágrimas y risas; en enfermedad y salud también; estaré contigo en cuerpo, alma y corazón. Aun así sí la vida me aleja de ti, seguiré contigo, sí tú me alejas me aferraré a ti. ¿Por qué? ¡Te amo!

Toma mi mano, confía en mí. Sé que parezco persona de poca confianza, por mi imagen, mi actitud y apariencia, puede que lo parezca, pero ¿Sabes? Todo estará bien, porque en verdad, puedes depositar todo lo que quieras en mí. Aguardaré por ti. Seré todo lo que quieras que sea por ti: Tu pilar, tu cachorra, tu amiga, tu confidente, su cómplice de asesinato múltiple; tu luna, tus estrellas, tu pañuelo, tu chaparra… Tú herrera de corazón… Seré todo lo que desees. No es solo por complacerte; no. Lo hago porque quiero y deseo.

Quiero verte feliz. Brillante y radiante; quiero verte en paz con tus demonios o al menos que se lleven mejor; quiero hacer de este mundo un lugar mejor para ti. Sé que no puedo hacerlo yo sol y de la noche a la mañana; pero por pequeñas cosas puedo empezar. Y qué mejor, que demostrarte lo mucho que te amo. Con detalles, con palabras, con acciones o pensamientos.

Quiero que sepas una cosa; bueno, varias.

Pero ahora, solo tengo una en mente.

Recuerda; ya no eres una persona solitaria.

Ya no, nunca más.

¿Por qué?

Porque estoy yo, aquí contigo.

Y siempre que te vea, sonreiré feliz de verte, de tenerte y de poder tener la dicha de estar contigo un día más… Y cada que me veas, cada que me hables, cada que soltemos carcajadas… Y cada que mires a mis ojos podrás descubrir muchas cosas.

Podrás leer un:

“Te amo”

Y un:


“Estás en casa, conmigo; corazón.”

11 de abril de 2014

Una llamada

¡Hola! Espero estén bien. Bueno, creo que comenzaré a redactar mas historias de mi propia creación, y las subiré poco a poco a mi blog y las otras páginas en donde suelo escribir cosas. Esto para comenzar a pulirme un poco en la escritura. Me gustaría que le leyeran y dieran sus opiniones, con opiniones crezco mucho y evito más errores.

Sin más me despido, espero en verdad sea de su agrado. Cualquier parecido con otro escrito que NO sea de mi autoría, es pura mera coincidencia.

Yuki'~

(Sonido del Teléfono)

-¿Hola?
-Hola mi amor... ¿Cómo has estado?
-...
-
-¿Sorprendido?
-No sé quién eres. Quizás has llamado a un número equivocado.
-No, no lo creo, Allen.
-C-Cómo... no sé quién eres, sí es una broma, no me gusta. Voy a colgar.
-Jajajaja-se rio.- ¿Acaso no me recuerdas? ¿Tan fácil te olvidas de mí?
-...No... No sé quién eres.
-O Vamos... Hace poco hemos estado juntos. Bueno, no tan poco, pero si hace tiempo. Estuviste a tan solo unos minutos de ser por completo mio, de entregarte a mí, para siempre. ¿Lo has olvidado?
-M-Me estás confundiendo de persona...-contesté nervioso y asustado.- No sé de que hablas.

Se hizo un silencio. Estaba tentado a colgar. Pero tenía una malsana curiosidad, que... Me incitaba a seguir pegado al teléfono. y a escuchar su grave, fuerte y masculina voz.

-De verdad...-sonó molesto.- Te olvidaste tan fácil, de mí...-hizo una pausa y agregó.- ¿Te acuerdas de mí?

Negué con la cabeza, creyendo que me vería.

-Sí, es verdad... No me recuerdas...Ya que perdiste la memoria.- me paralicé. Se burlo otra vez.- ¿Qué, cómo lo sé?-asentí.- Te lo dije.- Estuviste a segundos de ser mío, de pertenecerme, de jamás regresar a este lugar y estar por y para siempre conmigo...

Me quedé callado. No entendía, en verdad que no...

-¿Q-Quién eres?-pregunté con temor.
-¿Quieres saber?
-S-Sí...

El silencio se prolongó. En verdad estaba a punto de colgar. Pero algo me decía, quizás intuición. ¿O quizás estupidez? Qué no lo hiciera. Qué no lo dejara aunque estuviera jugando de esa forma tan perversa y enferma.

-En verdad, me estoy cansando.- dije algo fastidiado.- Voy a colgar.
-No, no lo harás.- afirmó.
-Claro que lo haré.
-Claro que no.
-Sí.
-No puedes.
-¡Si puedo!

Colgué.

¿Cómo un simple desconocido me retaba de esa forma? Estaba iracundo... Molesto, tenía ganas de... de... De no sé. Pero no quería saber más de ese individuo y su llamada. Sentí una punzada en el corazón. Me dolió y eso me sacó el aire. Me recargué un poco en mi sofá... Tratando de tranquilizarme, sabía las consecuencias que esto podría traerme.

Pasaron unos minutos, que para mí fueron la gloria. El teléfono de nuevo sonó. No sospeché nada, contesté.

-Me has colgado.- habló.
-Te dije que colgaría.- dije molesto aun.
-Vaya que sigues siendo igual de caprichoso y visceral, como desde aquella vez que nos conocimos.
¿¡Puedes decirme de una maldita vez, de donde nos conocemos!?
-Jajajajaja... ¡Sí que eres impaciente!-decía burlón y con sorna.
-¡Vete al carajo!-grité, una vez más iba a colgar.
-NI SE TE OCURRA.-dijo con voz fuerte, grave y demandante.

Me estremecí. Se oía mas imponente... Más misterioso, causaba miedo, tan solo su voz, hacía que mi piel se erizará por completo. Me quedé quieto, tratando de controlar los latidos desbocados de mi corazón. No era emoción, ni felicidad, ni tristeza... Era miedo.

-¿Po-Porque no?-traté de sonar valiente.
-Bueno, bueno, ¿Cómo has estado?- cambió de tema drásticamente.
-¿Qué?
-Sí, cómo... ¿Has estado de salud?¿Qué te ha dicho el médico?

¿Era una broma? Joder.

-¿Quién eres?-pregunté serio y asustado.
-Ah... ¿Ahora sí me vas a prestar atención?-decía con algo de burla.- No lo sé... Quizás deba contarte tu historia con la mía; ya que no me recuerdas para nada...
-¿C-Cómo te llamas? Qui-Quizás sí me dices tu nombre te recuerde...
-No lo harás-contestó con seguridad.- Tengo un nombre, pero muchos apodos. Me conoces por todos ellos, y aun así; no creerás quién soy yo.
-¿Q-Qué tal sí, no?
-Es la verdad. Siempre es lo mismo con los demás.
-¿Demás? ¿Hay otros?.- No sé porque, pero eso, hizo que sintiera una ligera punzada de celos.

¿Porque estaba celoso? ¿De un jodido desconocido?

-Tranquilo. Sí, hay otros, y no lo puedo evitar. Pero tú en especial, has llamado mi atención.- contestó a modo conciliador. Eso, para nada, me calmó.
-¿Y bien? ¿Quién eres?-pregunté.
-Bueno... Tú y yo, realmente tenemos una historia algo larga, pero pausada.- mu cara fue de confusión total y el rio por que seguro imaginó mi rostro.- Te conozco desde que eras un niño. Tú y yo, hemos estado en constante contacto... Aunque claro, tú no me prestaba la atención adecuada...

Comenzaba a hacerme una idea... Pero...

No era posible ¿O sí?

-Tú y yo hemos estado algo cercanos. Casi rozándonos. Yo esperándote siempre, y tú haciéndome esperar. Había miles de cosas, accidentes, enfermedades, situaciones... Qué te acercaban más y más a mi... Pero tú de una u otra forma, te alejabas... Me haces esperar mucho Allen.

Esto... Esto... Solo pasa en las películas ¿No es así?

Mi respiración comenzó a hacerse entre cortada. Escuché un sonido al otro lado del teléfono, como si hubiera echado un bufido de satisfacción. Mi piel se erizó a tal grado que podía tener lo que todos llamamos "piel de gallina" en mi estómago sentía un vacío tan profundo que me mareaba. Y mi corazón latió a una velocidad inverosímil. Eso fue lo que más me preocupó.

Mi corazón.

-¿Ya has hecho algo de memoria?-preguntó juguetón.
-Lo que pienso, quizás es una teoría de un niño de dos años.
-¿Acaso los niños, no dicen la verdad la mayor parte del tiempo?

Golpe bajo.

Una vez más comencé a sentir esos malestares. Me preocupaba. Me senté con delicadeza en el sofá. No podía hilar pensamientos ni comprender lo que estaba descubriendo y escuchando.

-Allen...-me llamó.- Te recomiendo que tengas a la mano el número de emergencias...
-¿Porqué?-le interrumpí.
-Por sí las dudas.- sonrió.

No sé porque... (O quizás sí) le hice caso. Tomé mi celular y coloqué en marcado rápido el número de emergencias. Regresé mi atención por completo a él.

-¿Y bien?-pregunté con un hilo de voz.


-Ya no te escuchas tan valiente como hace unos minutos...-murmuró.
-¿Me dirás?


-Recuerdas, que... ¿Fuiste internado recién naciste? Por problemas en el corazón...
-Sí.
-¿Recuerdas tu neumonía a los dos años?
-Sí.
-¿Y el neumococo que te ataco?
-También.
-¿El accidente, en donde casi mueres?
-Igual.
-¿Las costillas rotas y perforación de tu pulmón izquierdo a causa de un accidente de caballo?
-Lo recuerdo...-dije tocando mi costado.
-Y recuerdas... ¿Todos y cada uno de los accidentes que por poco te matan?

No. Puede. Ser.

-T-Todos.. Y... Ca-Cada uno... De... De ellos...-murmuré.
-Perfecto.- susurró complacido.- ¿Ahora me recuerdas?

Silencio.
Temor.
Miedo.
Incertidumbre.
Dolor en el pecho.

-No puede ser...-murmuré lleno de pavor.- Eso es imposible, ¿Cierto?
-Hay cosas que no son imposibles, Allen.
-Pero... Tú... Digo... No puede... ¿O sí?
-Claro que puedo Allen. Ya lo hago ahora.

Silencio.
Más miedo.
Lágrimas.
Punzada en mi pecho.
Dolor.

-Allen... ¿Cómo has estado?
-C-Creo que bien...
-Oh, que pena...-murmuró fingidamente triste.
-Tú ... Cuándo...
-Allen.- me interrumpió.
-¿Qué?
-Abre la puerta.- contesto.- Y toma tu celular con el número deemergencias. Ah, y no cuelgues.
-¿Porque...?

Toc, Toc, Toc.

Me estremecí. Sudé frío y mi cuerpo comenzó a tener ligeras convulsiones... Con mucho miedo y parsimonia, me paré del sofá. Caminé con el teléfono en mi mano derecha y el celular en la izquierda... Cada paso, era algo doloroso para mí. Mi corazón latía más y más aprisa... Si eso continuaba.



Yo...
Yo...

Toc, Toc, Toc.

Ora vez. Eran golpes ligeros en la puerta, pero aún así, demandantes. Caminé de nuevo. me da miedo. no quería abrir.



-Allen, date prisa. No tengo todo el tiempo.-susurró.
-Vo-Voy...

Unos pasos más, Y llegué, con mucho miedo y temblor, abrí la puerta...

Poco a poco, la puerta se abrió para dejar ver a un hombre elegante... Guapo, serio y con nada en la mano en señal de hablar por teléfono. Me miraba... Sus ojos... ¡No tenía ojos! Eran solo dos cuencas vacías. sonrió. Su sonrisa era tétrica.

Me quedé paralizado por unos minutos. El celular cayó de mis manos. Me quedé ahí, quieto, sin poder articular nada, mientras yo moría de miedo.

-¿Aún quieres saber quién soy?-se escuchó en el teléfono.



Me asusté más. Él no movía ni un solo músculo de su rostro.  Abrí los ojos de par en par, y el teléfono cayó al suelo.

-S-Sí.-gemí.

Aunque, ¿La verdad?

Ya sabía quién era.



-Allen..-dijo moviendo su extraña boca.- Me has hecho esperar mucho.
-...
-Gracias cariño. Una vez más, nos volvemos a ver, amor mío.
-...
-Oh, por cierto....-dijo dando  un paso cerca de mí, y dejando su rostro a escasos centímetros de mi rostro.
-Soy yo, La Muerte.

Después, todo fue oscuridad.

1 de abril de 2014

Cuestiones...

¿Sabes? Son muchas cosas las que pasan hoy en día.

Hay miles de situaciones, que por más que desearas, no puedes manejarlas. No puedes controlarlas, ni borrarlas y mucho menos solucionarlas como “por arte de magia” Hay muchas cosas, que quisiéramos olvidar, que quisiéramos sanar… Pero la realidad de todo eso, es que simplemente están ahí; como una herida sin curar. Y por más que te esmeres, muchas veces no encuentras el antibiótico o algo que sane de tajo eso.

Hay días en los que ya no quiero levantarme. Desearía poder estar todo el día en la cama; sin salir de la calidez y la tranquilidad de mis cobijas. Hay días, en los que quisiera poder encerrarme por completo en mi cuarto y no salir en horas, días, semanas, meses… ¿Años, quizás? Hay días que me levanto con todo el ánimo; con la actitud para enfrentar al mundo y salir bien librada de muchas situaciones adversas que se presentan a lo largo del día… Pero pareciera que eso no es suficiente, que no es suficiente tener la “actitud y las ganas” porque siempre habrá algo y sobre todo alguien que se esmere con toda su vida a arruinarte el día, y en verdad trato… ¡En verdad que sí! Trato de no salir afectada por eso, y algunas veces lo logro… Pero y ¿Cuándo todos son así? Cuándo no solo es uno, sino ¿Dos, tres, cuatro, cientos, todos? Es más difícil salir bien librada de situaciones de ese tipo.

Y es así, como algunas veces comienzan mis famosas telarañas mentales. Cuándo, muchas ocasiones, hago de lado todo lo bueno que pudo o puede sucederme en el día, y enfocarme simplemente a toda la porquería que me lanzan. Sé que está mal, lo sé perfectamente; ¿Por qué enfocarme en solo la mierda que tiran? ¿Por qué? Sé que eso no es lo más correcto y adecuado… Pero… Hay días, hay días en los que, ni ganas de limpiarme de esas bazofias tengo.

¿Te ha pasado?

Qué dices “todo está bien, yo puedo” “No pasa nada, ellos son los del problema” pero que, las acciones, actitudes, palabras e incluso los gestos hacia ti te dicen… “TU eres la del problema” “TU eres la causante de esto” TU eres la que está mal” Y conforme a todo eso que te hacen sentir, ver, creer o pensar… No se te implanta la semillita de… ¿Y sí, sí lo soy? Está mal, está mal, está mal. Lo sé. ¡Lo sé! Pero… Es cansado.

En verdad, es muy cansado.

Escuchar, ver, sentir que y solo , eres la del problema. Siendo que tal vez tú estás inmerso en tu mundo. Siendo que tal vez, sí eres causante de otros problemas; más no de los que se te acusan.

Algunas veces, quisiera gritar.

Gritar hasta quedarme sin voz, no importa que sea lo que diga, ya sean sonidos guturales, palabras altisonantes, frases cortar o palabras sin sentido. Pero algunas veces me gustaría poder gritar, sin importar en el lugar en el que me encuentre; ya sea la calle, mi habitación, un cuarto especial… Quisiera gritar hasta que la garganta se me desgarre, hasta quedarme sin voz… Porque solo así; solo así seré escuchada en verdad… o al menos eso creo. Pero conociendo mi suerte tal vez, solo me consideren una molestia más. Cómo siempre.

¿Alguna vez has querido gritar hasta quedarte sin voz?

Debe de ser agradable, la sensación de sacar todo eso que te has callado por años…

Algunas veces; ¿Sabes? Me gustaría poder quedarme sola. Pero, jajajaja; ¡Ironías de la vida! A veces me da miedo estar sola. ¿Estúpido, no? Me gustaría poder quedarme sola; conmigo, con mis fantasmas, mis demonios, con mis ángeles, con todas mis cosas buenas o malas. Y poder platicar con ellos. Aunque me de miedo, aunque me aburra o crea que “está solucionado” Me gustaría quedarme sola, para saber quién soy en realidad. Sí no solo soy una copia barata de mi verdadera persona o sí no solo soy un modelo que TODOS se empeñaron en formar con el paso del tiempo.

¿Te gustaría quedarte solo, contigo mismo?

Eso, es de valientes, nada más.

Otras ocasiones, en la comodidad de mi habitación, me he puesto a llorar. Oh sí, lo confieso, soy de esas personas que lloran por cualquier cosa; ya sea un gesto, una palabra, una acción; es más sí hasta porque amaneció nublado. No, ya fuera de exageraciones; sí lloro por cualquier cosa. ¿Eso está mal? Cuándo es así, siempre tengo la “suerte”  de que me ven llorar. ¿Qué tienes? ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? ¿Te sucede algo? Ese tipo de preguntas lanzan. Y sí les digo la verdad; salgo regañada y una vez más culpable de todo. Y sí solo me limito a decir “Nada” Es el mismo cantar.

Pero…  A pesar de eso, creo a mi humilde opinión que no es tan malo llorar. Algunos dicen que sí; yo opino lo contrario. Creo que… A pesar de que podré verme patética y frágil, llorar te hace fuerte. Porque no cualquiera demuestra sus emociones de una forma tan… ¿Sencilla? Qué tiene consecuencias físicas fuertes, sí. Pero a mi experiencia personal, creo que no hay nada mejor que llorar.

¿Has llorado hasta quedarte dormido?

A veces alivia las penas y duermes mejor.

Hay días en que veo mis pertenencias, y se me cruza la idea loca “Toma tus cosas y vete” Pero a los pocos minutos de racionalizarlo un poco digo “¡Qué locura!” ¿Qué harás tu sola allá afuera? En un mundo en donde solo esperan ver carne fresca y despedazarla sin piedad y con ira y furia. Pienso mejor las cosas y digo “Espera, aún no es tiempo” Por múltiples factores. Pero algunas veces la paciencia se agota; las ganas de escuchar lo mismo de siempre también; te cansas, te humillan y una vez más esa idea descabellada se te antoja terriblemente atractiva. Pero una vez más, me detengo. Porque solo soy un crío en un mundo cruel y despiadado. Sí, sí lo sé. El que no arriesga no gana. Pero sí arriesgas a lo estúpido, regresarás cómo lo que eres; un estúpido.

¿Has deseado enfrentarte al mundo tú solo?

Eso, da miedo. Y pocas veces se logra con éxito.


Infinidades de veces, he escapado de la realidad. De muchas formas, y todas y cada una de ellas, creo que son hasta cierto punto productivas; leer, escribir, componer, pensar, informarme. Pero cuándo termina el momento de ocio, regreso de golpe a la realidad que traté de evitar por mucho tiempo. He aprendido, que por más que trate de taparla con alguna actividad, siempre estará ahí, esperándome como un fiel perro; a la entrada de mi casa, a la entrada de mi habitación, a la entrada de mis pensamientos, esperando con paciencia ser atendida por mi persona. Y eso, algunas veces me aterra. Porque es una realidad absorbente, una realidad atroz, que es preferible mil veces, olvidarla e ignorarla. Pero como he dicho, jamás se puede huir de ella. Llega un momento en el que; tengo que hacerle frente.  ¿Cómo es la mejor manera de hacerlo?
No lo sé, pero creo que comenzando por aceptarlo y acercándote a ella, sería un buen primer paso.

¿Has escapado de la realidad?

Yo cuando puedo, lo hago.

Y son este tipo de cosas y reflexiones que suelo hacer día con día, atormentándome algunas veces, haciendo más grande la telaraña que me cargaba ya. Pero en otras ocasiones calman un poco la tormenta que tengo dentro de mi ser, calman y apaciguan mis pensamientos y me es posible ver todas y cada una de las cosas qué, en el momento no fui capaz de ver. Porque estaba cegada, cansada y dolida. No lo negaré, lo sigo estando, pero es menos intenso a cómo al principio de esto.

Quizás no le entiendas, porque no te han cruzado esos pensamientos por la cabeza. No de la misma forma, no en la misma intensidad; o al menos no sufres de crisis cómo yo.
Pero, sí has entendido a la perfección…

No eres el único, que tiene este tipo de problemas. Habemos miles, que sabemos y tenemos una idea, del cómo te sientes.



Ánimo.

30 de marzo de 2014

Nunca se está solo.

-¿Qué haces ahí?- Me preguntó.
-Déjame… Solo quiero morir.- Contesté
-Ah… ¿De verdad?- Preguntó con cierta… Excitación.
-Si, solo eso.- Afirme al borde del precipicio.
-Si es así, entonces hazlo, yo te espero.

¿Eh? Me quede helado ante la respuesta de aquella voz masculina. Gire mi cabeza y teniendo el cuidado de no caer aún, le mire; y ahí estaba recargado en mi coche. Era un chico de mi misma edad, si no es que un poco más grande, al parecer. Cabello rojizo, con varios mechones negros en todo su cabello y las puntas de un  extraño color naranja haciendo que con el contraste de la luz del sol pareciera que tenía vida propia. Tenía una perforación en la ceja, ojos verdes y pequeños, nariz recta y perfecta, boca pequeña, fina y burlona; sus facciones eran delicadas, pero bien marcadas, su físico era delgado, piel aperlada y un extraño tatuaje en el lado izquierdo de su cuello. ¿Cómo vestía? Pantalón de mezclilla azul, tenis casual, camisa negra y una cangurera como adorno en sus caderas, debía confesar que a pesar de que yo era un chico era demasiado atractivo para mi vista, y algo extravagante debía de agregar.

Olvide por completo mi objetivo ya que el tan solo verlo era demasiado tentador e hinoptizante.

-¿No que te querías morir?- dijo en tono burlón.
-Cállate.- murmuré regresando en si.- ¿Quién eres?
-Esa pregunta deberías de hacértela a ti mismo.- refutó.

Tenía toda la razón.

¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Estaba feliz? ¿Satisfecho? Porque… ¿Por qué quería morir?

-No lo sabes, no sabes que quieres… No estás feliz, ni mucho menos estás satisfecho, y quieres morir porque crees que tu vida es patética y aburrida. Aunque bueno, lo ultimo es cierto.- Contesto a todas mis preguntas mentales.
-¿Qué…?

Pero no me dio  más tiempo, ya que trastabillé y resbalé por aquel barranco. Solo recuerdo extender las manos en busca de algún soporte, ver sus silueta acercarse viendo su rostro con una sonrisa burlona mostrándome sus colmillos mientras yo caía hacía el abismo.

Antes de quedar inconsciente lo único que logré pensar fue…

“No quiero morir”



A mis oídos llego un extraño –y molesto- ruido; por a través de mis parpados cerrados una incandescente luz lastimaba mis pupilas. Moví los ojos –aún cerrados- y los abrí de golpe. Los cerré instantáneamente ya que quedé completamente lampareado. Volví a intentarlo pero esta vez parpadeé varias veces hasta acostumbrarme a la luz.

Miré a mí alrededor y quedé perplejo.

¿Un hospital?

Miré mi cuerpo. Al parecer tenía un brazo roto y unas cuantas laceraciones en el resto.

¿Estaba herido? ¿Seguía vivo?

-Si, si y si.- respondió una voz que se me hizo familiar.

Giré mi rostro y sentando en uno de los sofás de la habitación estaba el mismo chico de la última vez, vestido de la misma forma y con la misma sonrisa.

-¿Q-Quien eres?
-Te dije que esa pregunta te la tienes que hacer a ti mismo.- contestó cruzándose de piernas.
-P-Pero…

Por la puerta entraron algunas enfermeras, el médico y mis padres. Yo giré mi rostro para verle, él me miro  y me hizo una seña de que guardara silencio.

-¿Estas bien Ethán?- preguntó mi madre preocupada.
-Señora….-le llamó una de las enfermeras.- Deje que el médico atienda a su hijo.
-Hijo…-murmuró acongojada mientras iba siendo arrastrada a uno de los sillones que se encontraban frente a la cama.

Mi padre la tomó de los hombros y ambos se sentaron en el sillón contiguo donde estaba el chico. No le prestaron atención, lo ignoraron por completo como él a ellos. Eso fue algo raro.

-Joven, lo voy a revisar, por favor cualquier anomalía hágala saber.- anuncio el doctor.

Asentí con la cabeza.

Al parece solo tenía roto el brazo y una costilla derecha –lo más grave del caso- muchos raspones, golpes y moretones por doquier; la caída “accidental” –como lo maneje- fue afortunadamente ligera. Fue un milagro el que saliera vivo de tremenda caída.

-Disculpe doctor…-le llamé
-¿Si?
-¿Quién es el chico que esta sentado cerca de mis padres?

La habitación se quedo en un sepulcral y frío silencio. Las enfermeras dejaron de sonreí y giraron su vista disimuladamente hacía mis padres, después se vieron entre si y me sonrieron con nerviosismo, el médico miro a mis padres y los calmo –creo- con la mirada. Ellos me miraban consternados y asustados.

-Te dije que guardarás silencio.- advirtió. Después se echo a reír. Doblándose de la risa.
-¿Por qué se esta riendo?-dije algo molesto.- ¿Nadie lo ve?
-Ethán…
-¡Mamá! ¡Papá! ¡Está sentado en el sillón de a lado!- dije ya alterado.

Las enfermeras me sostuvieron  y el doctor colocó un sedante potente que a los segundos ya estaba causando efectos en mí; comenzando a sentirme adormilado.

-Verán…-les dijo el médico a mis progenitores dándome la espalda.- Muchas veces, cuando se sufre este tipo de accidentes tienen como consecuencia algunas alucinaciones…
-Yo…no…-decía ya un poco adormilado.
-Con el tiempo y con la ayuda de algún medicamento se le pasará.

Mi madre asintió llorando y mi padre con el semblante serio la abrazo. Mis parpados pesaban y comenzaba a ver borroso. Vi como el chico de cabellos rojos se levanto de su lugar, camino hacía mí se inclino y a pocos centímetros de mi oreja susurró:

-Solo tú puedes verme… Ethán.

Mis parpados cayeron y me perdí en la inconsciencia.

 -Bello durmiente…-decía una voz cantarina.- Bello durmiente… ¡Despierta!

Y como si hubiera sido amaestrado por esa voz, abrí los ojos instantáneamente. Está vez no quede cegado por la luz, ya que era de noche.

-¿Sigues aquí?-fue lo primero que se me ocurrió.
-Hola, yo estoy bien ¿Y tú? Gracias -se quedó callado y luego se carcajeo- Mejor que tú si estoy.
-Deja de burlarte y vete.- le ordené.
-¿Blanca Nieves esta enojado?-dijo haciendo un extraño pero adorable puchero.- Vamos Ethán… Dale gracias a la vida, Destino, Dios o como quieras llamarlo que sigues con vida.

Me quedé callado por unos segundos y después le miré. Él me observaba con sumo interés sentado en una silla aún costado de la cama.

-¿Qué hora es?
-Tres de la mañana.- respondió serio.
-¿Y mis padres?
-Durmiendo en la sala de espera.
-¿El doctor?
-Follándose a una de las enfermeras.- respondió burlón, no pude evitar sentirme avergonzado ante la respuesta de él, al ver mi expresión se soltó a reír como enfermo mental y después de haber derramado algunas lagrimas por la risa se calmo.- Nah~ está doblando turno y cuidando de que todo vaya bien en el piso que le toca.
-¿Quién eres?-pregunté.
-¿No te cansas de hacer esa pregunta?- preguntó molesto.

Negué con la cabeza. Él suspiró y miro al techo.

-Tengo muchos nombres, o bueno, ustedes me ponen demasiados nombres.-comenzó.- Por cualquiera de ellos que me llames estará bien.
-Entonces… ¿Cómo te llamas?-pregunté.
-Raum.- Contesto con tranquilidad.
-¿Q-Que eres?- pregunté temeroso ya que jamás había escuchado ese nombre y por lo de “tengo muchos nombres” me hizo ponerme alerta.- ¿Po-Por que solo yo puedo verte?

Se rio y se acomodó en la silla.

-Ethán haces muchas preguntas…-dijo divertido mientras ponía ambos brazos detrás de su cabeza.-… Y algunas respuestas no son gratificantes.- finalizo serio.

Me quedé callado y miré mis manos nervioso. Algo me decía que ya no hiciera preguntas y me conformará con lo que ya sabía, pero era una persona demasiado curiosa –quizás un defecto mío- y la misma curiosidad me carcomía de una forma lenta y tortuosa obligándome a hablar de más.

-Deberías de dormir.-dijo poniéndose en pie de golpe asustándome un poco.- Con el tiempo entenderás.
-Espera…-le llamé.
-Descansa-ordenó, se dio la vuelta y salió por la puerta.
.
.
.

¿Por cuánto tiempo más iba a ser así?

-Hasta que te mueras.- respondió.
-Cállate imbécil, jamás pedí tu opinión.
-Heee~ Andas muy molesto hoy.- dijo lamiéndose los labios, como si eso fuera  una buena señal.- Me incitas a molestarte más.
-Piérdete.
-No puedo.
-Púdrete.
-Lo hago a cada rato.
-Muérete.
-Jajajaja, pides imposibles.
-¡Desaparece ya de mi vida!-grité lanzándole unos libros, mientas él con movimientos gráciles los esquivaba con facilidad. Después comenzó a carcajearse.

Mis padres subieron a toda prisa a ver que sucedía. Al abrir la puerta observaron el desorden que arme al lanzarle los libros a Raum, al verme molesto, eufórico y fastidiado los puso en alerta y papá salió despacio para ir por mis medicamentos.

-Hijo…-habló con dulzura mamá.- ¿Otra vez…?
-No son alucinaciones, mamá.- contesté fastidiado y de pie.- No lo son…-murmuré con impotencia.

Me senté en la orilla de la cama y observé como Raum se sentaba en la silla de mi escritorio, completamente divertido y sintiéndose a gusto en la situación en la que estaba, lo fulminé con la mirada, él solo me regreso el gesto con una sonrisa ligera. Mamá se sentó a mi lado y comenzó a hacerme círculos en la espalda, eso me tranquilizaba en un pasado, pero ahora me estresaba más… Eran diferentes las cosas. Deje mis codos recargados en mis rodillas y mi cabeza mirando completamente hacia el suelo, mientras escuchaba incesantemente el silbido de él. A lo lejos escuche los pasos nerviosos de mi padre.

-Te van a medicar…Pirado.

Solo apreté la mandíbula. No quería darle la victoria. Él me miró y sonrió de lado.

“No lo lograrás” pensé.

-Claro que si.- contesto confiando y más relajado de lo normal.- Y con mucha facilidad.

Negué con la cabeza.

-¿Todo bien cariño?-preguntó mamá.
-Si…-la miré y miré a papá que apenas había entrado a la habitación.- Hey… No necesito de eso, y lo saben.- dije señalando con la mirada el frasco de pastillas.
-Ethán…-comenzó papá.-…El médico dijo que solo sería por un tiempo.
-Ósea el resto de tu vida, querido Ethán.- Añadió aquel chico lleno de cizaña.

Solo me mordí la lengua.

-Hijo…-intervino mamá.- recuerda que es por tu bien…
-¿Bien?-agregó él.- ¿No te das cuenta que te están drogando? Te están cociendo el cerebro con lentitud, y déjame decirte Ethán que está quedando bien cocido para dejar de funcionar en un momento u otro. Ahí si quedarás completamente loco.
-No es verdad.- murmuré.
-¿Ethán?-preguntaron mis padres al unisón.
-Sabes que es verdad.- contesto serio.- Creen que estás loco, si no, ¿Por qué te medican entonces? Creen que los medicamentos harán que tu cerebro regresé a la realidad…
-Cállate.- murmuré fastidiado y dolido, por que era la verdad.
-Et-Ethán…-hablaron mis padres preocupados, pero les ignoré.
-…Creen que quedaste mal por tu “pequeño accidente” –hizo comillas en el aire.- Aunque tu y yo sabemos que eso fue un intento de suicidio.- coloco sus dedos pulgar e índice en su barbilla pensando.- ¿Cierto?
-¡Eh dicho que te calles de una buena vez!-dije gritando, poniéndome de pie y mirándolo a los ojos.
-¡Ethán!

Papá salto sobre mi, mamá tomó las pastillas y entre ambos trataron de inmovilizarme tumbándome a la cama. Lagrimas de rabia, odio y decepción caían por mis mejillas. Ambos me veían con expresión triste.

-Lo siento.- murmuró ella con lágrimas en los ojos.

Papá me inmovilizó de piernas y brazos mientras ella se sentaba sobre mi pecho y con una mano me tomaba el rostro con fuerza y decisión, metió dos dedos con la pastilla azul que odiaba tanto. Sentí como en mi garganta comenzaba a atorarse esa cosa. Y mi vista periférica solo podía ver a un molesto e inconforme Raum. No tuve más opción que tragarla o moriría ahogado por eso.

-Eres tan idiota…-murmuró molesto saliendo de la habitación.

Cuando el efecto de la medicina comenzó a hacer su efecto mis padres me soltaron con alivio sentándose en el suelo y comenzando a llorar en silencio –o un pobre intento de ello- Me pedían perdón constantemente.
-hijo…Lo hacemos por tu bien –decía mama ahogada en sus lagrimas. Papá solo la abrazo y ella lloraba con más fuerza.

-Te queremos- dijo él.- Por eso lo hacemos.
-Q-Quiero dormir…-dije haciéndome ovillo y pegándome a la pared.- solo…Déjenme solo.

Ellos se pusieron de pie y salieron de la habitación, yo solo cerré los ojos y comencé a pensar antes de quedar dormido por la pastilla.

Raum tenía razón, aunque claro está que jamás lo aceptaría frente a él. Mis padres me tachaban de loco y aquellas “alucinaciones” no eran nada más que síntomas de esquizofrenia –según el doctor- comencé a sentir el cuerpo pesado y atrofiado. Aquella pastilla solo era para hacerme dormir y así evitarles problemas y vergüenzas a mis padres.

Habían pasado alguno meses desde que me dieron de alta, mi brazo y costilla habían mejorado y de hecho hubo un tiempo en el que Raum desapareció y yo me sentí aliviado porque entonces, creí que el médico tenía razón, pero después unas semanas de mi alta del hospital él regreso; comenzando a fastidiarme la vida, y provocando las peleas que tenías comenzando a preocupar a mis padres. Fue entonces cuando ellos acudieron al médico y él les contó de una posible esquizofrenia. Tenía miles de preguntas; pero aún había una pegunta mucho más importante.

¿Quién o qué era Raum?

Porque estaba más que claro, que humano, no era.

Esa era una muy, muy buena pregunta, por que lo poco que sabía de él –durante este tiempo- era que solo yo  -y lo más extraño- podía verlo. Estaba más que claro que él leía mis pensamientos, era sarcástico y burlón y tenía un extraño sentido del humor haciéndome molestar a cada momento.
Al principio y solo por querer agarrarme de algo creíble apoye la teoría de que eran alucinaciones mías –cuando él regreso- pero al momento de que podía tocarlo, olerlo, sentirlo, escucharlo  y ver como él interactuaba con mi mundo hizo que mi perspectiva cambiará y creyera que él era real.
Entonces ¿Por qué solo yo le veía?
* * * *

-Despierta…-decían a lo lejos.- Despierta…
-Déjame.
-No, sabes que jamás lo haré, además ¿Qué es eso? –dijo cruzándose de brazos- Aún que te despierto, eres un malagradecido Ethán.
-Para desgracia mía, seguirás aquí fastidiándome.- dije colocando una almohada en mi cabeza.
-Y fortuna mía.
-Imbécil.
-Poca cosa sin autoestima.

Suspiré, había perdido la cuenta del tiempo que él llevaba conmigo, la perdí cuando pasaron los tres meses; creo que ya era medio año –o un poco más- el que llevaba con él. Creo que el “tratamiento” que el médico me dio, a final de cuentas si me estaba dejando loco.
Estaba más delgado de lo normal, ojeroso, cansado sin ninguna razón, dolores de espalda, me deprimía sin ningún motivo o me ponía energúmeno, parecía más un muerto en vida. El doctor había dicho –en mi última visita- que esos podían ser consecuencias secundarias del tratamiento.

-Es mentira.- dijo él sacándome de mis pensamientos.
-Tú que sabes.- dije dejando de verme en el espejo del baño.
-Más que tú si, claro está.- contesto cruzándose de brazos.

Solo rodé los ojos.

Había veces que ya no asistía a la universidad por que los dolores de espalda me impedían levantarme de la cama, para eso también comenzaron a medicarme; y otras tantas: el cansancio era tal que me desmayaba o mi presión arterial y otras situaciones comenzaban a estar fuera de lo normal. Tan mal me ponía que algunas situaciones Raum se burlaba de mí y otras tantas solo se quedaba en silencio.

-Pensé que eras más fuerte- dijo recargado en el marco del baño; está era una de esas veces en las que se burlaba- Mírate; estás delgado, ojeroso, no comes, tus ojos estas hundidos y te están empastillando cada vez más.
-Gracias- dije si ánimos.
-Das pena amigo.- finalizó.

Le ignoré y me senté en la silla del escritorio, prendí la portátil y decidí vagar un rato por internet, ya que hoy era uno de los tantos días que ya no iba a la escuela. Él solo se acostó en la cama y miró el techo ignorándome olímpicamente. Yo por mi cuenta me coloqué mis audífonos y también decidí pagarle con la misma moneda: la ignorancia. Comencé con trivialidades en la red y conforme pasaba el tiempo me adentraba en temas diferentes a los pasados. Solo fui consciente de la presencia de mamá entrando a mi habitación y dejando una bandeja con comida en la parte derecha de mi escritorio. Cuando me dio curiosidad voltear a ver, tomé el vaso de agua de guayaba y leí la nota que dejo con la comida.

“Vamos a salir tu padre y yo, regresaremos por entrada la madrugada. Come por favor.
Te queremos”

Le di un pequeño sorbo al vaso y una mirada al emparedado de atún que me había preparado. Le di una mordida e intenté saborearla, ninguno de los dos tenía sabor para mí. Genial.

Raum por su lado, soltó una risilla burlona. Le ignoré, hasta le divertía el hecho de que mi comida me supiera insípida.

Regresé a la portátil y me encerré de nuevo en mi mundo con la música como mi fiel compañera, seguía vagando y comenzaba a aburrirme hasta que me topé con un tema que curiosamente llamo mi atención “demonios o espíritus que siguen a los seres humanos” Entré a las paginas que hablaban sobre dicho tema y comencé a leer con exagerada curiosidad aquel tema y por extraño que pareciera –o no- comencé a relacionar el tema con el inquilino molesto que tenía. Giré mi rostro, me quité los audífonos y le miré.

-Sé que soy atractivo y que te sientes impresionado por mi belleza, pero si me sigues mirando, me acabaré.- dijo mirando aun el techo con sus brazos en la parte de atrás de su cabeza.
-Raum…- le llamé con seriedad ignorando la “broma” que había hecho.

Me ignoró.

-Imbécil.- le llamé, pero al parecer el techo se convirtió en una atracción interesante para él.

Suspiré y regresé a mi lectura suspendida; y hubo varios puntos que me hicieron pensar.

“Por lo regular son espíritus que siguen a los seres humanos por varias razones, algunas por que se les ha invocado de una forma consciente o inconsciente; estos entes no necesariamente tienen que ser de origen demoniaco o angelical, si… Porqué aun que no lo crean los ángeles también persiguen a los humanos. Verán, nosotros los humanos somos una de las cosas más preciadas por la creación de un Ser supremo (llámenle como quieran) y al ser tan valiosos eso despierta la curiosidad en ellos. Muchas de las razones por las que un espíritu, ente, demonio o ángel siguen a los humanos es por el tipo de luz que emana su ser (Recuerden que somos seres de luz) la esencia del mismo ser, por como dije hace poco invocarles queramos o no (recuerden que ellos acuden a cualquier tipo de llamado) y puede ser también la posibilidad de que aquel involucrado haya realizado un viaje astral y haya dejado alguna puerta abierta…”

-Raum… ¿Eres un demonio?-dije mientras me quitaba los audífonos.

El ambiente, por muy extraño que pareciera cambio abruptamente. De estar fresco y tranquilo, comenzó a hacer calor y comencé a sentirme ansioso y algo preocupado. Él se sentó con tranquilidad y se recargó en la pared.

-¿Por qué dices eso?- me miro con sus ojos verdes.
-Bueno…-dije girando la silla para verle a él y a la pantalla de la portátil.- Es que hay unos temas en internet que describen ciertas situaciones de personas  en especial y pues…
-Pues…
-Se parecen mucho a lo que me pasa…contigo.
-No siempre creas lo que ves en internet.- dijo serio. Después comenzó a negar con la cabeza y sonrió de lado.- Ethán… Ustedes los humanos son tan divertidos… Qué eso los hace interesantes.
-Entonces… ¿Lo eres?-pregunté.
-Demonio, ente, ser, energía mala o buena, fantasma, espíritu, como quieras llamarlo.- se encogió de hombro.- Lo soy.

No me sorprendí, por que en el fondo al parecer ya tenía una ligera idea de lo que él era. Me miro y le mire ambos nos quedamos en un silencio incómodo sin saber que hacer, yo esperando a que él hablará y él esperando a que lo olvidará.

-¿Qué?
-¿No me lo dirás?
-¿Tengo que?
-Es lo menos que merezco.
-Eres un simple humano.- dijo con cierto tono de desprecio.
-Pero estas acosándome día y noche.
-Buen punto.
-Dime.
-¿El que?
-No te hagas idiota.
-El idiota eres tú.

Me estaba sacando de mis casillas. Aquel… ser, le encantaba verme molesto. Cerré los ojos y suspiré, traté de calmar mi respiración ya que esta se había vuelto superficial. Escuche su risa y le fulmine con la mirada.

-¿Sabes por qué te hago enojar?-preguntó relajado.
-Ni idea.- conteste con ironía.
-Por que así tus defensas bajan- se rio al ver mi cara de incredulidad.- Al estar indefenso anímica, y físicamente me es más fácil poder alimentarme de ti.
-¿Te qué?-dije incrédulo.
-Me alimento de ti; ¿Acaso no leíste eso? Si eres idiota Ethán.- negó con la cabeza.
-¿Por eso mi cansancio?-asintió- ¿Y los dolores de espalda y de cabeza?- Afirmó una vez más.

Le miré molesto. A ese bastardo quería matarlo con mis manos.

-Inténtalo, pero sabes que no se puede, digamos que en plano terrenal ya lo estoy.

Se rio en frente de mi como diciéndome “por más que intentes no podrás deshacerte de mi” mi mente comenzó a trabajar de una forma inverosímil y llegó a miles de hipótesis pero todas fueron desechadas con la misma rapidez con la que llegaban hasta que me detuve en una… ¿Sería posible que…?

-Y aunque así fuera, no moriría ni desapareceré.- contesto a mi pregunta no formulada.- Verás solo estoy contigo por el tipo de “energía”-hizo comillas- que tienes, ya que es un gran manjar para los de mi especie.-hizo un pequeño silencio y agrego.- A pesar de los serios problemas existenciales que tienes; pero eso para mi es un plus, ya que lo tomo como diversión, así que no me afecta ni en lo más mínimo el que tu mueras o no. Suspiré cansado. Cerré la portátil. Tome mi reproductor de música y los inseparables audífonos. No quería estar cerca de él.

-¿A dónde vas?
-A perderme de tu vista.

Solo bufó. Tomé una chamarra con gorro y salí de la casa dando un fuerte portazo.

Afuera el  clima era demasiado agradable y me relajaba hasta cierto punto. La noche estaba apunto de caer y el crepúsculo del día era poco notorio por las nubes grises que se acumulaban en el cielo, por el viento gélido y la ligera llovizna que había comenzando a caer. Camine sin rumbo  por las solitarias calles del vecindario hasta que terminé en el parque cercano a mi casa.

Me senté en una de las bancas y miré el cielo.

¿Cómo me había atado a una cosa así?
¿Qué fue lo que hice para que él me siguiera?
¿Mi intento de suicidio?
Suspiré cansado. Muy cansado.
En que lío me había metido…

-Algunos pensamientos, palabras o deseos se pueden hacer realidad.- se oyó la voz de él por encima de la música que me brindaban los audífonos.

Miré a todos lados y él estaba recargado bajo un árbol, con un pantalón de vestir negro, zapatos negros y bien lustrados y una gabardina gris que le tapaba de la pantorrilla hasta el cuello; su cabello se movía con el viento haciéndolo ver mucho más impresionante. Me miró y sonrió socarrón, me molestaba esa actitud de él. Camino tranquilo hacía mí con las manos en los bolsillos y a unos metros de mí, dos niños se le quedaron viendo fijamente.

-¿Qué ven?-preguntó intimidante.
-N-Nada…Señor…-y ambos salieron corriendo.
-¿Por qué te pueden ver?-pregunté quitándome ambos audífonos.
-Son niños.- dijo como si fuera lo más obvio.- Los niños perciben lo que los adultos se niegan a ver.
-Ah…

Nos quedamos callados, hasta que las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer.

-Una vez tu deseaste, en uno de tus momentos depresivos y en los que pensabas con mayor lucidez…- inicio siendo empapado por las gotas gruesas y frías de lluvia.- Que querías que algo fuera de lo común pasará en tu aburrida y patética vida. Yo te escuche en ese entones por casualidad. Te observe por cierto tiempo y llegó un punto en el que me obsesione contigo; después de conocerte y vigilarte descubrí el tipo de energía que emanabas y al probarla quede atado a ti.
-¿Algo así como amor?-pregunté.
-Si tu lo ves de esa forma, si. Pero para mi solo es comida.

Tenía razón, yo había hecho ese estúpido deseo con todas las fuerzas que tenía en ese entonces lo deseé con tal intensidad que jamás creí que se fuera a realiza y menos que “este” tipo de cosas me sucedieran.

-Pues pasó.- contesto.
-¿Hasta cuando te vas a quedar?
-Hasta que mueras o en su defecto me aburra de ti, pero sucederá primero lo otro.
-¿Tú decides eso?
-Si se me pega la gana si.

Me levanté molesto. Ambos ya estábamos más que empapados por la lluvia, le miré furioso y él me regreso una mirada tranquila.

-Tu no decides eso.- dije alzando la voz para que me escuchara por encima del ruido del agua.
-Claro que si.- contesto serio y agrego.- ¿Quién crees que impidió que murieras hecho pedazos en el barranco?

Me giré y le ignoré. Le iba a demostrar a ese desgraciado que él no tenía control sobre mi vida, que yo en cualquier momento podía decidir si morir o no. Comencé a correr y escuche a lo lejos el grito de él.

-¡Ethán!
-¡Déjame!

La lluvia nublaba mi vista, así que no veía por donde corría, el suelo era resbaloso, por lo que en consecuencia podía caer, y no me equivoque, varías veces caí al suelo pegándome en el pecho y pate del rostro. Me levantaba aun más molesto y seguía corriendo sin dirección y sin poder ubicarme correctamente. Tenía planeado suicidarme, pero el destino se me adelanto. Tropecé –una vez más- y resbale cayendo directamente pecho abajo a la mitad de la calle con un tobillo lastimado. A lo lejos observé las luces delanteras de un camión de carga pesada.

Cerré los ojos y sonreí con victoria. Solo esperaría el golpe y seria el final de todo.

Pero jamás llego.

Al abrir mis ojos me encontré sentado en la acera y a mi lado estaba un Raum completamente molesto, fulminándome con su mirada verde.

-Morirás cuando yo quiera –señalo.
-Yo jamás te pedí que decidieras eso por mí.
-¡Cuando yo quiera, como quiera y en donde quiera!- gritó
-¡No puedes!
-¡Claro que puedo!-dijo inclinándose un poco para mirarme y enseñarme sus colmillos.

Le miré desafiante y después comencé a carcajearme. A él le descoloco por completo mi actitud.

-¿Quieres apostar?-le reté con la mirada y una sonrisa burlona.
-¿Estás seguro niño?- Dijo con un brillo en los ojos.
-Más seguro que nada.
-Está bien.- se enderezó.- Será interesante el juego.
-Vaya que si.- refuté.

Y nuestra apuesta fue sellada con un intercambio de miradas retadoras y como fondo los truenos de aquel día lluvioso.


 Había pasado ya medio año desde ese día.
Medio año tratando de demostrar que era verdad.
Medio año soportándolo, retándolo, viéndolo, alimentándolo.
Medio año por el cuál traté de darle guerra.

-Te dije que no podrías conmigo-dijo sentando a mi lado.
-Aún no acaba la apuesta.- dije divertido.
-¿Eh?

Tomé uno de los tenedores con los que estaba comiendo y me lo ensarte en el cuello. Brotó rápidamente el chorro de sangre y con mis ojos desorbitados le miré a él para poder burlarme de su expresión, que en ese momento era incrédula. Me reí con tal fuerza que escupí algo de sangre completamente feliz.

-¡T-Te… eh… ga-ganado!- balbuceé.

“Alerta 45, en el ala Norte del edificio, todo el personal disponible favor de presentarse con rapidez”

Las enfermeras corrieron en mi auxilio y el resto del personal libre corrió hacía mi. Unos comenzaron a tranquilizar al resto que se encontraba en el comedor, mientras que unos médicos  y unos enfermeros me comenzaban a dar primeros auxilios. Mi vista se nublo un poco y miré a lo lejos a Raum. Él negaba con la cabeza. Después sonrió.

-No me vencerás.

Lamentablemente lograron salvarme, tuvieron que realizarme varias operaciones de emergencia y lograron salvarme la vida. Una vez que me recuperé de ese “accidente” me transfirieron del ala normal –que estaba en el oeste.- Para pasarme al edificio de pacientes más peligros e inestables del lugar.

Ah, es verdad. En mi intentó de ganar esa apuesta a Raum, fui internado en un hospital psiquiátrico por el sinfín de intentos de suicidio que lleve a cabo en ese medio año que había pasado.

Mis padres me internaron, pensando que yo estaba loco.

Cuando les conté sobe él, lo único que hicieron fue llorar y llamar al médico que aún seguía pendiente de mi caso. Después él contacto al hospital en el que estoy para poder internarme lo más pronto posible. No me negué por que sabía que era algo estúpido. Pero seguí intentando mi propósito de suicidarme.

Morir por mi propio deseo. Era una de mis fantasías más grandes.

Pero Raum siempre lo impedía. De una u otra manera, siempre estropeaba eso.

Fue así que terminé en este lugar.

Ambos habíamos decidido jugar este juego, peligroso; pero excitante a la vez.

Él tratando de mantenerme con vida.

Yo… tratando de arruinarle sus planes.

Fue así que aprendí a vivir con él.


A costa de mi propia vida.