¿Sabes? Son muchas cosas las que
pasan hoy en día.
Hay miles de situaciones, que por
más que desearas, no puedes manejarlas. No puedes controlarlas, ni borrarlas y
mucho menos solucionarlas como “por arte de magia” Hay muchas cosas, que quisiéramos
olvidar, que quisiéramos sanar… Pero la realidad de todo eso, es que
simplemente están ahí; como una herida sin curar. Y por más que te esmeres,
muchas veces no encuentras el antibiótico o algo que sane de tajo eso.
Hay días en los que ya no quiero
levantarme. Desearía poder estar todo el día en la cama; sin salir de la
calidez y la tranquilidad de mis cobijas. Hay días, en los que quisiera poder
encerrarme por completo en mi cuarto y no salir en horas, días, semanas, meses…
¿Años, quizás? Hay días que me levanto con todo el ánimo; con la actitud para
enfrentar al mundo y salir bien librada de muchas situaciones adversas que se
presentan a lo largo del día… Pero pareciera que eso no es suficiente, que no
es suficiente tener la “actitud y las ganas” porque siempre habrá algo y sobre
todo alguien que se esmere con toda
su vida a arruinarte el día, y en verdad trato… ¡En verdad que sí! Trato de no
salir afectada por eso, y algunas veces lo logro… Pero y ¿Cuándo todos son así?
Cuándo no solo es uno, sino ¿Dos, tres,
cuatro, cientos, todos? Es más difícil salir bien librada de situaciones de
ese tipo.
Y es así, como algunas veces
comienzan mis famosas telarañas mentales.
Cuándo, muchas ocasiones, hago de lado todo lo bueno que pudo o puede sucederme
en el día, y enfocarme simplemente a toda la porquería que me lanzan. Sé que
está mal, lo sé perfectamente; ¿Por qué enfocarme en solo la mierda que tiran? ¿Por
qué? Sé que eso no es lo más correcto y adecuado… Pero… Hay días, hay días en
los que, ni ganas de limpiarme de esas bazofias tengo.
¿Te ha pasado?
Qué dices “todo está bien, yo
puedo” “No pasa nada, ellos son los del problema” pero que, las acciones,
actitudes, palabras e incluso los gestos hacia ti te dicen… “TU eres la del problema” “TU eres la
causante de esto” TU eres la que está mal” Y conforme a todo eso que te hacen
sentir, ver, creer o pensar… No se te implanta la semillita de… ¿Y sí, sí lo
soy? Está mal, está mal, está mal. Lo sé. ¡Lo sé! Pero… Es cansado.
En verdad, es muy cansado.
Escuchar, ver, sentir que tú y solo tú, eres la del problema.
Siendo que tal vez tú estás inmerso en tu mundo. Siendo que tal vez, sí eres
causante de otros problemas; más no de los que se te acusan.
Algunas veces, quisiera gritar.
Gritar hasta quedarme sin voz, no
importa que sea lo que diga, ya sean sonidos guturales, palabras altisonantes,
frases cortar o palabras sin sentido. Pero algunas veces me gustaría poder
gritar, sin importar en el lugar en el que me encuentre; ya sea la calle, mi habitación,
un cuarto especial… Quisiera gritar hasta que la garganta se me desgarre, hasta
quedarme sin voz… Porque solo así; solo así seré escuchada en verdad… o al
menos eso creo. Pero conociendo mi suerte tal vez, solo me consideren una
molestia más. Cómo siempre.
¿Alguna vez has querido gritar hasta quedarte sin voz?
Debe de ser agradable, la
sensación de sacar todo eso que te has callado por años…
Algunas veces; ¿Sabes? Me
gustaría poder quedarme sola. Pero, jajajaja; ¡Ironías de la vida! A veces me
da miedo estar sola. ¿Estúpido, no? Me gustaría poder quedarme sola; conmigo,
con mis fantasmas, mis demonios, con mis ángeles, con todas mis cosas buenas o
malas. Y poder platicar con ellos. Aunque me de miedo, aunque me aburra o crea
que “está solucionado” Me gustaría quedarme sola, para saber quién soy en realidad. Sí no solo soy
una copia barata de mi verdadera persona o sí no solo soy un modelo que TODOS
se empeñaron en formar con el paso del tiempo.
¿Te gustaría quedarte solo,
contigo mismo?
Eso, es de valientes, nada más.
Otras ocasiones, en la comodidad
de mi habitación, me he puesto a llorar. Oh sí, lo confieso, soy de esas personas
que lloran por cualquier cosa; ya sea un gesto, una palabra, una acción; es más
sí hasta porque amaneció nublado. No, ya fuera de exageraciones; sí lloro por
cualquier cosa. ¿Eso está mal? Cuándo es así, siempre tengo la “suerte” de que me ven llorar. ¿Qué tienes? ¿Qué te
pasa? ¿Por qué lloras? ¿Te sucede algo? Ese tipo de preguntas lanzan. Y sí les digo
la verdad; salgo regañada y una vez más culpable de todo. Y sí solo me limito a
decir “Nada” Es el mismo cantar.
Pero… A pesar de eso, creo a mi humilde opinión que
no es tan malo llorar. Algunos dicen que sí; yo opino lo contrario. Creo que… A
pesar de que podré verme patética y frágil, llorar te hace fuerte. Porque no
cualquiera demuestra sus emociones de una forma tan… ¿Sencilla? Qué
tiene consecuencias físicas fuertes, sí. Pero a mi experiencia personal, creo
que no hay nada mejor que llorar.
¿Has llorado hasta quedarte dormido?
A veces alivia las penas y
duermes mejor.
Hay días en que veo mis
pertenencias, y se me cruza la idea loca “Toma tus cosas y vete” Pero a los
pocos minutos de racionalizarlo un poco digo “¡Qué locura!” ¿Qué harás tu sola
allá afuera? En un mundo en donde solo esperan ver carne fresca y despedazarla
sin piedad y con ira y furia. Pienso mejor las cosas y digo “Espera, aún no es
tiempo” Por múltiples factores. Pero algunas veces la paciencia se agota; las
ganas de escuchar lo mismo de siempre también; te cansas, te humillan y una vez
más esa idea descabellada se te antoja terriblemente atractiva. Pero una vez
más, me detengo. Porque solo soy un crío en un mundo cruel y despiadado. Sí, sí
lo sé. El que no arriesga no gana. Pero sí arriesgas a lo estúpido, regresarás
cómo lo que eres; un estúpido.
¿Has deseado enfrentarte al mundo tú solo?
Eso, da miedo. Y pocas veces se logra con éxito.
Infinidades de veces, he escapado
de la realidad. De muchas formas, y todas y cada una de ellas, creo que son
hasta cierto punto productivas; leer, escribir, componer, pensar, informarme.
Pero cuándo termina el momento de ocio, regreso de golpe a la realidad que
traté de evitar por mucho tiempo. He aprendido, que por más que trate de
taparla con alguna actividad, siempre estará ahí, esperándome como un fiel
perro; a la entrada de mi casa, a la entrada de mi habitación, a la entrada de
mis pensamientos, esperando con paciencia ser atendida por mi persona. Y eso,
algunas veces me aterra. Porque es una realidad absorbente, una realidad atroz,
que es preferible mil veces, olvidarla e ignorarla. Pero como he dicho, jamás
se puede huir de ella. Llega un momento en el que; tengo que hacerle frente. ¿Cómo es la mejor manera de hacerlo?
No lo sé, pero creo que
comenzando por aceptarlo y acercándote a ella, sería un buen primer paso.
¿Has escapado de la realidad?
Yo cuando puedo, lo hago.
Y son este tipo de cosas y
reflexiones que suelo hacer día con día, atormentándome algunas veces, haciendo
más grande la telaraña que me cargaba ya. Pero en otras ocasiones calman un
poco la tormenta que tengo dentro de mi ser, calman y apaciguan mis
pensamientos y me es posible ver todas y cada una de las cosas qué, en el
momento no fui capaz de ver. Porque estaba cegada, cansada y dolida. No lo
negaré, lo sigo estando, pero es menos intenso a cómo al principio de esto.
Quizás no le entiendas, porque no
te han cruzado esos pensamientos por la cabeza. No de la misma forma, no en la
misma intensidad; o al menos no sufres de crisis cómo yo.
Pero, sí has entendido a la perfección…
No eres el único, que tiene este
tipo de problemas. Habemos miles, que sabemos y tenemos una idea, del cómo te
sientes.
Ánimo.
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