29 de mayo de 2012

Dulces para ti



-¿Qué precio tienen esos dulces?- preguntó.
-Cinco pesos.- le contestó.
-Oh.- dijo algo cabizbajo mirando la moneda que tenía en su pequeña y morena mano.
-Si te alcanza.- intervine yo al verlo tan triste.

Me miro unos segundos algo desconcertado, después sus ojos brillaron de felicidad infinita y finalmente me regalo la más pura, sincera y dulce sonrisa que pudiese yo ver en un niño. Le regresé el gesto complacida de poder haber recibido esa bella y maravillosa sonrisa. Compró sus golosinas y corrió a los juegos que se encontraban en el lugar; una vez fuera de esa burbuja de felicidad, compre mi refresco y unos cacahuates para pasar el rato; pagué y me senté en uno de los sillones que se encontraban en esa sala de juegos infantiles mientras observaba detenidamente a cada uno de los niños del lugar. Se veían tan felices que no pude evitar sonreír con nostalgia. Suspiré.

Oh aquellos bellos y únicos momentos de niñez; tan preciados y únicos que jamás –lamentablemente- iban a repetirse. Suspiré nuevamente, como recordaba aquellos días en los que simplemente lo más importante era jugar y reír, no más. Nada de problemas de adolescentes, ni problemas familiares, mucho menos problemas existenciales; la vida giraba en torno a los juegos, comida y estudios.

Suspiré.

-¿Quieres uno?- pregunto una voz infantil.

Regrese a la realidad; lentamente gire mi cabeza para ver una vez más aquel rostro infantil. Era increíble su belleza. Era de una piel tostada tan bella y bronceada que daba envidia de solo ver aquella envidiable piel. Sus ojos eran de un extraño pero hinoptizante color grisáceo conbinando a la perfección con aquella tostada piel, su cabello era castaño claro corto y algo rebelde. De verdad aquel niño, era muy atractivo para sus apenas; cinco o siete años de edad. Le sonreí divertida y le acepté unas cuantas golosinas.

Él se sentó a mi lado y ambos permanecimos en silencio por un rato degustando aquel dulce sabor.

-¿Cómo te llamas?- me pregunto finalmente. Mirándome interrogante con sus avellanas.

-Anaeli.- conteste.- ¿Y tú pequeño?

-Ethan.- dijo sonriente de nuevo; su voz era tan melodiosa que podía sentirme en paz conmigo misma al escucharlo hablar.- Y él…- señalo al pequeño peluche en forma de Dango.- Se llama Kio.

Ethan habló fingiendo que quien me saludaba era Kio, en lugar de él, no pude evitar sonreír y regresarle el saludo al Dango. Aquel niño era muy lindo.

Había llegado a ese lugar para cuidar a unos cuantos niños, ya que ese era mi trabajo como niñera, pero al ver y conocer a Ethan me había olvidado de los niños a los que me habían encargado. El resto de la tarde me la pase platicando, jugando y riendo con él y con Kio, le compré golosinas, pasteles y refrescos; debo confesar que me dedique a consentirlo demasiado, incluso ignorando por completo a mi trabajo. Para ser honesta, este niño de tan solo seis años -él ya me lo había dicho.- me había regresado esa felicidad que, por un tiempo la había perdido.

-Anaeli.- me llamo comiendo un bombón.- ¿Por qué estabas triste?

-¿Perdona Ethan?- pregunté incrédula.

-Sí, si.- dijo poniéndose a Kio en las piernas y devorando el resto del bombón.- Cuando me dijiste que si me alcanzaba para comprar mis dulces, vi en tu mirada que estabas algo triste. ¿Por qué Anaeli?- decía realmente preocupado el niño.

-No es nada importante.- conteste algo tensa.

¿De verdad no lo era? Me cuestione yo misma. El niño me miro unos instantes suplicándome que le confiara mis más grandes tristezas; pero negué. Un niño de esa edad no estaba preparado para escuchar el sufrimiento de una chica de diecisiete años. No, aún no, solo tenía que vivir, disfrutar y sonreír. Ese era su único trabajo.

-¿Sabes Anaeli?- dijo acostándose en el sillón acojinado.- Mi mami siempre me ha dicho que cualquier cosa que nos tiene tristes, no es motivo para dejar de luchar…

Estaba completamente pasmada.

-… Es mejor sonreír y demostrarle a la vida que todo es más dulce y lindo. Me miro con sus ojos somnolientos y agrego.- Tú eres la única que decide si le das algo de dulzura a tu vida... Anaeli

Dicho esto, cerró sus ojos y se sumergió en un profundo sueño.

Estaba completamente anonadada por las palabras tan maduras que un niño de seis años me había dicho. Simplemente, había dado en el clavo. Me quede meditando sus palabras. Él tenía razón; solo yo era la única que decidía si quería o no seguir en esa tristeza miserable. Y gracias a él me había dado cuenta, que era mejor ponerle algo "dulce" –como dijo él.- a mi vida.

-Gracias Ethan, Gracias de verdad.- le susurré cerca y le dio un corto beso en la frente.

Él solo suspiro y sonrió en sueños.

Cuando las madres de aquellos niños a los cuales había "cuidado" pasaron a recogerlos; decidí que era momento de irme a mí casa y comenzar a cambiar mi ya deplorable vida. Antes de salir le pedí a la dependiente que me hiciera una bolsa con todos los dulces que tenía en el mostrador. Ella feliz lo hizo así, le pague el monto de aquel regalo y lo coloque a un costado de Kio. Sonreí una vez más, saque un papel de mi mochila y con una pluma anote algo pequeño, sabía que no lo leería; pero aún así tenía la necesidad de escribirlo.

"Gracias a ti y a Kio, me han dado una valiosa lección.
Son para ti. Disfrútalos.
Con cariño.
Anaeli"

Me aleje y por una última vez le eche vistazo a ese lugar y a ese niño. Se veía tan adorable durmiendo y sonriendo en sueños. Ese niño, me cambio de una manera inesperada e increíble. Quizás esta era la señal que llevaba pidiéndole a Dios desde hace algún tiempo.




27 de mayo de 2012

Paciencia



Día tras día, esperando en aquel parque estoy; solo, sin compañía solo yo y mis pensamientos.

¿Recuerdas la promesa que nos hicimos?

Lo sé fue hace tanto tiempo que creo que la has olvidado...

"Todos los días vendré a este parque, esperaré por ti, cuando ya nada nos pueda separar..."

Eso lo dije, hace cuatro años. Si, lo sé, es patético, esperar cuatro años a una persona que no sé si aun se acuerde de esa pequeña conversación que tuvimos aquí mismo, en esta banca e la que ahora estoy sentando.

¿Recuerdas las palabras que te dije?

¿Mi voz al pronunciar aquella frase?

Tan solo... ¿Recuerdas mis facciones al decirlo?

¿La esperanza, la fe, el temor?

Puede que si, puede que no. La mente humana es tan compleja y convenenciera cuando quiere... Día tras día, semana tras semana, mes tras mes; año tras año... Y aun me es increíble que después de cuatro años sigo esperándote con las mismas esperanzas, con los mismos anhelos y las mismas añoranzas que tuve desde el primer día.

Veo pasar a la gente, muchas caminando con prisa ya que su itinerario se ha visto modificado o algo retrasado por x o y razón. Otras tantas caminan tranquilas disfrutando de la música que llevan en los audífonos o disfrutan tranquilamente del clima. Yo por mi parte estoy cayendo en cuenta que; después de cuatro años de espera, es momento de cerrar este ciclo ¿No crees? Sé que dije "Te esperare cuando ya nada pueda separarnos" Pero... ¿Acaso el tiempo no lo está haciendo? ¿Ni mi propia rutina? Es momento de que tome una decisión; sé que no quiero aceptar la realidad y zafarme de este pequeño lazo que aun me tiene atado a ti; pero si no lo hago...Mi vida, mi realidad inclusive mi propia existencia ya no tendría sentido y solo esperaría por ti.

¿Acaso no merezco vivir?

¿Disfrutar? ¿Sentir? ¿Amar?

Te amo, lo sé. Pero todo tiene un limite, inclusive en el amor existen los limites.

Alzo la mirada al cielo oscuro. Oh, al parecer una fuerte lluvia viene en camino; suspiró; bajo la cabeza y miro con mucho interés mi zapatos. Creo que es momento de decir adiós, de cerrar el circulo de dejar de llorar y dejar que aquel pequeño pedazo de corazón que robaste; te lo quedes. Porque en cualquier momento todos morimos.... Es por eso que debo de continuar. ¿Acaso tu no lo has hecho ya? Siento como el viento intranquilo y frió juega con mis cabellos negros; suspiro una vez más, estoy indeciso pero sé que es la mejor opción lo que estoy apunto de hacer. Me duele en el alma, pero; si no sigo, si sigo esperando....

La paciencia jamás fue una de mis virtudes.

Y más sin embargo, logre esperarte cuatro largos y tortuosos años.

¿Eso es un progreso no? El esperarte cuatro años...

Desde un principio sabias que estaría en esta banca, en este parque por un tiempo; jamás te di una fecha limite, pero sabías que estaría aquí. Bien, mi paciencia se termino.
Sentí como las gotas de lluvia caían una por una observando como poco a poco el suelo comenzaba a humedecerse por ellas. Me levanté de la banca y camine al café más cercano, había tomado la decisión; dolerá lo sé, pero es mejor para ambos.

Salgo del pequeño establecimiento, con los cafés en mi mano, regreso a la misma banca y caigo en cuenta de que la lluvia ha parado por un rato. Me siento en aquella banca y me tomo con parsimonia el café; observo por ultima vez el verde paisaje, siento por ultima vez aquella tranquila y apaciguadora atmósfera... En cierto modo extrañaré este lugar, porque aquí me sentía esperanzado, feliz y hasta cierto punto tranquilo. Pero como todo ha cambiado, ya no pudo frecuentar este lugar.

Dejo que pasen las horas y degusto mi bebida con tranquilidad, cuando el cielo se vuelve a tornar oscuro; suspiro, tomo un bolígrafo de mi chaqueta y escribo en el recipiente del café unas palabras rápidas.

Guardo mi bolígrafo, tomo mi bebida y me pongo de pie.

-Es momento de decir adiós- murmuró mirando la banca.

La lluvia de nuevo cae, y está vez evito correr como el resto de la gente que es sorprendida por ella. Al contrario, camino con tranquilidad y siento como poco a poco alejándome de aquel parque me libero de un gran peso y dejo atrás una enorme añoranza de mi vida.


Te espere por mucho tiempo; es momento de que yo siga con mi vida y tú con la tuya, deseo seas feliz; vive, ríe y ama. Estaré bien, Te amé.

Fue lo que escribí en el café.

Espero al menos puedas tener la oportunidad de leerlo.




Ttlazohtlaliztli



Sé que tienes miedo. ¿Qué puedes hacer? Te preguntas constantemente bueno, solo déjame decirte que en este mundo existen muchos tipos de personas.

¿Clasificarlos?

Nah~ no vale la pena, no tenemos tiempo, ni ganas para hacerlo, solo sé que los seres humanos tenemos clases, categorías y prioridades.

¿Estas cansada de esperar? Linda… Todos lo estamos. Pero no podemos hacer otra cosa más que hacerlo ¿no lo crees? Porque si uno se precipita comete idiotez tras idiotez, si uno decide renunciar con el paso del tiempo se arrepentirá y se preguntará toda la vida ¿Por qué no lo intente?
Por eso, es mejor esperar, esperar tranquilamente, disfrutando poco a poco de la vida, para que así, en el momento menos esperado llegue eso que tanto anhelamos los seres humanos: Amor.

Pero te has de preguntar… ¿Qué es el amor?

El amor tiene un concepto dependiendo de la persona que lo interprete. Ya que el amor no es lo mismo para ti que para mí.

¿Me estás mirando molesta? Se nota que te falta por descubrir muchas cosas.

¿Qué es el amor?

En el diccionario lo encuentras como una definición abstracta: "Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser."


Pero esa no es la pregunta ¿cierto? Tú me has preguntado ¿Qué es el amor? Bueno, creo que estás más interesada en que yo te de la respuesta a la definición que te daré.

Amor. Amor, esa palabra taladra mi cabeza incesantemente provocándome dolores más allá de lo imaginables. Creo que el concepto de amor, varía de persona en persona, que las personas que aman son estúpidas; porque entregan todo de ellas, dan lo mejor de sí a otra persona de la cual no saben si daría lo mismo por ellos o algo más… Pero creo que son más estúpidas las personas que no pueden amar, o que tienen amores no correspondidos. Porque alguna de esas personas se niegan rotundamente y a como dé lugar quieren sentirse amados, queridos y necesitados por una persona. 

Otras tantas saben que no pueden tener y palpar aquello que los enamorados ya tienen, pero más sin embargo dentro de lo más profundo de sus almas, pensamientos, o como quieras llamarles existe esa estúpida e irracional esperanza de que ellos pronto conocerán a alguien a quien amar.

Creo que todo el mundo es estúpido, porque a pesar de que el amor es solo un simple concepto, es algo que no se puede tocar, ver ni oler, sabemos que existe. Es como esa creencia férvida en Dios. Sabemos que existe, más nunca lo hemos visto, lo hemos tocado o escuchado.

Así es lo que pasa con el amor.

Ese es mi concepto de amor.

-Pero tú… ¿Acaso no eres estúpido también?- preguntas.

Te miro consternado. ¿Qué? ¿Serlo yo, debería?

-Lo eres.- dices segura y contestando a mi pregunta mental.- Lo eres porque al igual que el resto de los seres humanos tú deseas ser amado.

-Te equivocas.- contesto seguro.

-Claro que no, tú y yo sabemos que no estoy equivocada. Qué al igual que nosotros, porque me incluyo estás lleno de vagas e insustanciales esperanzas de poder ser amado.

-Te… Equivocas.- contesto molesto.- ¡Yo no soy como el resto! ¡Y mucho menos soy como tú!

Oh, gran error, pero lo eh dicho.

-¿C-Como yo?-dices en estado de shock.- ¿Cómo yo?- ahora estás molesta, no quiero que traspasemos esta línea…

¡Eres un idiota! Puede que yo sea estúpida por… Por amar a alguien que jamás, JAMAS en la vida me podría ver como lo que soy, que no podrá apreciar lo que realmente soy y los sentimientos que tengo hacía él, Pero… ¿Sabes algo? Estoy feliz de poder amarle, aunque sea en silencio, porque al menos sé que yo soy sincera conmigo misma y con el resto del mundo, sé que por más doloroso que sea, amo profundamente a una persona, que por esa persona daría al vida, haría lo que fuera necesario por verla feliz… y es lo que eh estado haciendo todos estos años… ¿Acaso no te das cuenta? El amor es uno de los sentimientos más nobles y más puros que puede existir en el universo…

-Pero también uno de los más venenosos y perjudiciales…-te replico.- dichosa aquella persona a la cuál amas. Deberías de decirle, no creo que sea capaz de rechazarte.

-No me atrevo porque él tiene una manera de pensar muy extraña. Pero aun así lo amo.

-Pobre idiota.


Solo sonríes tristemente. No entiendo porque. Es más, ya no quiero presenciar esto, porque si me quedo unos minutos más sé que terminaré por gritarte que tienes razón y que como el resto de los seres humanos, amo a alguien y deseo que ese alguien me ame como yo a ella.

-Adiós…

-Pero… ¿Por qué te vas?

-¿No es obvio?- contesto fríamente. Es lo mejor.- no tenemos la misma compatibilidad de pensamientos.

-Pero aun así… me gusta estar contigo murmuras.

-Nos vemos.- digo tratando de ignorar aquel comentario.


Por favor, no lo hagas más difícil. Por favor no pongas esa cara de tristeza, como si a quien realmente amarás fuera yo. Por favor no has eso, porque cada vez que te veo, mi corazón se oprime, siento que tengo unas ganas desesperadas de abrazarte tenerte, decirte que te amo y que jamás te dejaría ir de 
mi lado.

¿Por qué el amor es así?

¿Por qué la naturaleza es cruel?

Porque todo es parte esencial de los seres humanos y pertenece a esto que llamamos "vida"

Sí. Tenías razón. Yo también formo parte de aquellos imbéciles que aman sin ser amados. Pero jamás lo aceptaría ante ti, porque sería caer en este juego sin fin y yo estoy cansado de juegos. Mencionaste algo importante.


"Haría lo que fuera necesario por verla feliz…"


Yo también haría lo que fuera por verte feliz, y si de mí depende que tú y él sean felices por siempre, con el dolor de mi corazón trataré de hacer que ambos vivan aquello bello a lo que llamamos amor.
Solo porque te amo.
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Lo que no sabe ninguno de esos dos jóvenes es que; ambos se aman mutuamente.

















tlazohtlaliztli: Significa amor, en la lengua Nahuatl, originaria del país de México (:

19 de mayo de 2012

Cansancio




Abres los ojos una vez más, la luz del día te es molesta. Ya no soportas más, te tapas instintivamente los ojos con las sabanas sin importar que tu madre este gritando que se te hace tarde para ir al colegio. Miras el reloj cansinamente entre un ligero hueco de las sabanas; son las siete de la mañana y el sol ya está a todo lo que da.

Maldices a los cuatro vientos y quieres que en ese momento el fin del mundo llegue para que tú no e levantes de tu cómoda y cálida cama. Pero sabes que no es así, sin muchos ánimos y completamente resignado te levantas poco a poco de tus santos aposentos tratando de mentalizarte y de decirte que hoy será un buen día, que hoy será un día mucho mejor al resto de los que has tenido.
Pero caes en cuenta de que no lo será.

De nuevo está ese dolor. Llevas semanas con ese cansancio que no te deja hacer tus actividades diarias; sientes de nuevo como una presión fuerte recae en todo lo que viene siendo en la parte de los omóplatos. Tratas de ignorarlo nuevamente pero a los pocos minutos ya te esta quejando del terrible dolor de espalda que traes.

Sin más que un suspiro te das una ducha y te arreglas para ir a la universidad.

Ya abajo, en el comedor y en el ambiente familiar, los presentes a verte entrar te miran con rostro extraño, tu madre solo te barre con la mirada, tu padre te ignora olimpicamente y tus hermanos pequeños se alejan de ti. Los miras con algo de extrañeza y te preguntas ¿Qué sucede?

-¿De nuevo con aquel dolor?- pregunta tu madre algo cortante.
-Si.- dices cansado.- Ya no sé que hacer, me siento más cansado día con día.
-De tanto tiempo que la pasas vagando en la calle.- comenta con ponzoña tu padre.

Ignoras el comentario; te sientas en la mesa y te dispones a comer de un solo bocado lo que tu madre te ofrezca de almuerzo. miras con curiosidad a tus hermanos y ellos rehuyen tu mirada, ninguno de los do pequeñines quieren mirarte o si quiera estar cerca de ti. Mamá casi estrella el plato de comida en tu rostro, la ves pasmado y ella solo rueda los ojos.

¿Qué le pasa a todo mundo? Te preguntas.
Guardas silencio y comes todo lo que hay en el plato. Te cabreas de sobremanera; esta es la cuarta vez en la semana que el almuerzo no te sabe a nada, solo es... algo; más sin embargo no le encuentras el sabor a aquel plato de chilaquiles con frijoles refritos. ¿Porque no te sabe la comida? Pruebas un poco de jugo de naranja y esté te sabe a agua natural. ¿Pero que demonios?

-Ya me voy.- dices molesto.

Todos te ignoran. Te da lo mismo, estás cansado de esta actitud de tu familia. Sabes que ellos no son así, pero a ultimas fechas, te tratan como escoria, como si fueras un asesino o el peor hijo del mundo. ¿Qué fue lo hice? les preguntaste una vez. Ellos solo se limitaron a verte e ignorarte. No los comprendes ni los piensas comprender. Total, quizás sea la edad. Miras el reloj de la pared y te has dado cuenta de que es algo tarde; subes las escaleras corriendo , te lavas los dientes, tomas tus cosas y estas dispuesto a salir de ahí; pero en la puerta de la casa tus dos pequeños hermanos están ahí esperándote.

-¿Qué sucede chicos? Voy algo tarde.- mencionas apurado.
Ambos se miran a los ojos y después con cierto miedo, te miran o tratan de hacerlo.
-¿niños?- dices poniéndote de rodillas frente a ellos.

Uno de tus hermanos el más grande -de tan solo cinco años- se acerca a ti como si te quisiera decir un secreto, mientras que el más pequeño -de tres años- toma fuertemente de la mano al otro.

-¿Porque esa persona te sigue a todos lados?- dice en apenas un susurro el pequeño.

La sangre abandona tu cuerpo, el alma se te va y quedas completamente paralizado en esa posición. Tus orbes completamente fuera de si miran a tus hermanos y ellos ya no te ven a ti. Miran atrás de ti. Quieres moverte pero no puedes. Quieres ver lo que ellos ven, pero no te atreves.
Llega tu madre, toma a los niños de la mano y se los lleva lejos mientras te grita que llegaras tarde  a la escuela. y como si de un interruptor se tratará te pones de pie, y sales corriendo de ahí.

¿Persona? Preguntas mentalmente. Pero si siempre andas solo. ¿Que fue lo que dijeron aquellos niños?
"Seguro fue una broma" dices para tus adentros.

Pero sabes perfectamente que tus hermanos no son ese tipo de niños que hacen ese tipo de bromas. El resto del camino vas tenso y no sabes como actuar, esas palabras de tu hermano menor rondan por tu cabeza y por una extraña razón no puedes realizar con tranquilidad tus actividades diarias.
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Regresas más cansado de lo normal a tu casa, durante el camino vas en ese estado automático que solo eres consciente de por donde vas y hacia donde; no sabes ni lo que haces lo que hablas o lo que ves.  El dolor en la espalda sigue más percistente incluso tuviste que ir a la enfermería  que te dieran algo para aliviar el malestar, pero nada te funciono. Una amiga tuya quiso abrazarte, pero al momento de tocarte la repeliste como si fuera un mosquito. ¿Qué es lo que sucede? Tomas el autobús para que esté por fin te deje en la casa y puedas llegar directo a dormir porque sientes que morirás a pleno camino.

Te sientas casi hasta el fondo del autobús y esté con el paso del tiempo se llena, pero por muy extraño que parezca, nadie toma asiento a tu lado, aunque esté abarrotado de pasajeros, nadie toma asiento a un costado tuyo, ignoras aquello y miras por la ventana. Comienzas a caer en la inconsciencia cuando una plática de lo más bizarra llama tu atención por completo.

Frente a ti se sientan dos jóvenes de instituto no mayores de quince años, vienen serias y platican en voz baja, pero tu por extraño que pareciera, te sientas mejor y prestas atención a la plática.

-Dicen que cuando sucede eso, es porque traes "algo" contigo.- dijo una de las chicas haciendo énfasis en "algo".- Escuche a uno de mis primos decir que él vio esa cosa a través de una fotografía.

-¿De verdad?- dice la otra algo perpleja.- Pero... ¿Como sabes que eso te pasa?

-Bueno, mi primo dijo que al principio comenzó a perder energías; que ya no tenía las mimas ganas de seguir y que con él traía un cansancio y un sueño extremadamente pesado...

Todo eso se te hace conocido, así que pones más atención.

-Despues de eso, dijo que conforme pasaban los días, se sentía mucho más pesado, la comida ya no le sabía a nada y que algunas veces perdía la consciencia de que era lo que hacia ciertos días...

-¿Como amnesia?-preguntó la otra.

-Si algo así.

-¿Entonces que era lo que traía?- preguntó entre temerosa y excitada la joven.

-Un demonio.-contesto con un susurro.- Esté le estaba robando energías y poco a poco el alma. Incluso uno de sus hermanos llego a comentarle que siempre esa mujer  lo acompañaba a todos lados.

Ahí caes en cuenta de que es lo que te sucede y sales del autobús. Por poco te estrellas con un coche, pero no te importo, vas completamente anonadado, norteado; incrédulo.
Todo lo que la chica narro, es lo que a ti exactamente te estaba pasando.

-Vaya, hasta que te das cuenta de mi existencia.- dice una voz.

Miras a todos lados y frente a ti, del otro lado de la acera ves a un joven vestido con elegancia, recargado en una señal de transito emanando altanería, elegancia y burla.
-No te preocupes, por ahora no te llevaré conmigo; pero ya era momento de que me vieras; me estaba molestando el que no lo hicieras.

Ni si quiera mueve la boca y puedes oírle claramente.

La cabeza te da vueltas; todo es confuso salvo una cosa.
El cansancio. aquel dolor en la espalda esa insipidez al probar los alimentos, todo lo que aquellas chicas mencionaron, ahora ya les encuentras un sentido.
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Abres los ojos una vez más cansado del grito de tu madre diciendo que ya es tarde para ir a la escuela, te estiras con pereza y una vez más te sientas en la cama. Te has acostumbrado a ese dolor. Ya es para ti algo normal, caminas hacia el baño y en el espejo ves claramente como ese chico esta abrazado a ti, como si tú fueras su apoyo.

Aquel cansancio poco a poco te esta matando.

Pero ya estas acostumbrado a ello.

16 de mayo de 2012

Reflexionando en el Camino


Reflexionando en el Camino.


Observas cuidadosamente el mundo a tu alrededor y te preguntas. ¿Esto es en realidad lo que quieres? ¿Es la vida que tanto anhelabas? ¿La sociedad con la cuál tienes que vivir día con día hasta el día en el que dejes de existir?

Suspiras cansado. Ah, como quisieras poder ver las cosas con otros ojos, pero sabes que eso es algo sumamente imposible, tan imposible como pedirle a los pajarillos que dejen de trinar. Sigues caminando por aquella acera desolada.

Bueno, al menos por solo estos momentos bizarros de reflexión, estas solo. Solo. Esa palabra se repite en tu mente como si estuviera siendo grabado con fuerza a cincel y piedra. ¿Cuántas veces quisiste no sentirte así? ¿Cuantas veces rogaste porque, el final del día, sintieras esa calidez, esa extraña sensación que te aseguraba que todo iría bien y que hasta cierto punto estabas acompañado? ¿Cuantas veces?
No lo sabes, has perdido la cuenta, incluso las mismas esperanzas.

Miras la calle vacía. Y en momentos así te preguntas.

¿Cuál es mi propósito?

¿Cuál es mi beneficio?

¿Esta bien todo lo que he hecho en mi vida hasta ahora?

Suspiras. Estás cansado de todas esas preguntas filosóficas que atacan tu cabeza; estás cansado mentalmente y ya no tienes ánimos ni si quiera como para poder arrastrar tus pies a la banca más cercana de esa acera. Bajas la mirada decepcionado y caminas más por inercia que por gusto hasta aquella banca, dejas caer tu cuerpo pesado y suspiras por enésima vez.

¿Que haces?

Te preguntas... ¿Acaso no puedes dejar de hacerte preguntas a ti mismo? ¡Vamos! Estás en esos momentos en los cuáles lo único que puedes hacer es pensar en ti. Debes de aprovecharlo ¿no? Te miras las manos y caes en la cuenta de que esas manos que alguna vez jugaron con lodo, que fueron pequeñas y suaves ahora son completamente las manos de un joven adolescente de no menos de dieciséis años.

Ilusiones.

Fantasías.

Esperanzas.

Todo eso lo comienzas a perder con el paso del tiempo, comienzas a caer en la triste y amarga realidad de que el mundo, no era tan perfecto como en tus tiempos de niñez en donde tus padres y el resto de los adultos te lo pintaban. Caes en cuenta de que aquel perfecto mundo solo era una utopía en la cuál el ser humano podría ser completamente feliz y convivir con los de su misma especia y anexas.

Pero la realidad es otra... Sabes que la felicidad está más lejos de lo que imaginas, hay tristeza por todos lados, hambre, dolor, miedo, pena, vergüenza, dolor... Decepción... Desesperación... ¿Y así piensa la gente seguir viviendo? Te preguntas al borde de la frustración. ¿Donde quedo el "Somos hermanos"? ¿"Somos seres que necesitan de otros para poder seguir"? ¿Donde?

-Puras estupideces.- murmuras.

Al levantar tu vista te das cuenta de que aquella acera que alguna vez estuvo solitaria, ahora es transitada por casi medio mundo; hombres, mujeres, adolescentes, niños, niñas, ancianos, animales... Pareciera que la vida a regresado a su curso normal, pero al ver a toda aquella aglomeración  ignorándote olímpicamente te das cuenta de que, siempre será así. El ser humano es egoísta por naturaleza y piensa en si mismo antes que en los demás.

A lo lejos ves venir a un niño de unos cinco o seis años. Aquel chiquillo viene completamente feliz comiendo tranquilamente lo que es un posible barquillo de helado. Te preguntas ¿Donde está su madre? Miras a todos los lados posibles y no encuentras ni un solo rastro de que ese niño venga acompañado. Por una extraña razón lo sigues observando. Hasta que el pobre chiquillo tropieza con sus propios pies y cae de frente estrellándose directamente en el pavimento, mientras que su barquillo sale volando al suelo.

La gente por un rato se detiene y ve la escena. El niño llorando y sufriendo porque su golosina ha sido estropeada y esta completamente embarrada en el suelo. Al ver que solo se trata de un niño, el resto de ellos siguen con su vida normal. Tú solo te limitas a observar como el niño llama a su madre y como es que su rostro de felicidad ahora esta impregnado de un dolor puro y aterrador.

¿Acaso nadie piensa ayudarlo? ¿Acaso no ven el sufrimiento y el dolor del niño? ¿No les conmueve en lo más mínimo aquellas lágrimas saladas correr por las mejillas tiernas y sonrojadas de aquel niño de tez blanquecina?

La respuesta es obvia.

No.

No les importa en lo más mínimo, mientras ese suceso no interfiera en su monótona y fracasada vida, todo está perfecto.

Te levantas de la banca y caminas en la misma dirección que el resto de ellos. Pero a lo lejos escuchas el llanto de aquel niño desconsolado. Te es inevitable ignorarlo. ¿Porque ellos lo hacen? Te detienes en medio de la banqueta debatiéndote completamente entre si asistir al pobre niño o hacer lo mismo que el resto.

-Camina...-

-Hey, muévete...-

-Estúpido...-

Y comentarios como esos son los que escuchas cuando la gente choca contigo mientras tú sigues ahí de pie, esperando por una respuesta tuya. ¿Qué debes de hacer?

Has tomado la decisión, giras sobres tus talones y te diriges hacía aquel niño, al llegar frente a él, te pones de cuclillas y lo escuchas, el niño al estar tan concentrado en su pena no te ve además de que las lágrimas impiden verte con claridad. Sonríes con melancolía. Que fácil es ser niño, recuerdas.

-¿Estás bien?- preguntas con voz dulce.

El niño se sorprende un poco al verte, se talla aquellos bellos ojitos color chocolate y te mira con tristeza. Después de un rato, asiente con lentitud.

-¿Entonces, porque lloras?- preguntas con paciencia.

-E-Es que...E-El...e-el...- dice siendo presa una vez más de aquel terrible llanto.

-Tranquilo.- pones una mano en su pequeña y delicada espalda.- ¿Puedes decirme que te paso?

Él asiente y se talla por segunda vez los ojitos, tratando de contener las lágrimas traicioneras.

-El helado que traía conmigo..-dice en apenas un audible susurro.- Me lo regalo mi abuela... Y...Y...-y una vez más esta llorando el niño.

-Comprendo.- dices sonriendo por la actitud del niño.

De cierta forma, te sientes conmovido por las palabras del infante y sientes esa necesidad de protegerlo y ayudarlo. Le ofreces la mano y él sin entender la acepta, juntos se ponen de pie y le revuelves los cabellos.

-Ven acompáñame.- dices caminando, pero el niño se queda quieto en su lugar.- No te haré nada.- sonríes para reconfortarlo.

Él por una extraña razón te sigue. "Los niños son tan inocentes" piensas, te sorprendes al sentir la cálida mano del niño agarrando la tuya. Lo ves y él te sonríe con calidez. Eso era lo que querías ver, una sonrisa; no lágrimas afectando a un pobre pequeño. Llegan a la nevería más cercana y le dices que escoja el helado de su preferencia que tú se lo invitarás. Él te ve con algo de duda y hasta cierto punto con admiración, al insistirle muchas veces él termina aceptando tu oferta y pide un helado sencillo en cono. Para que el menor no se sienta extraño, igual pides un helado sencillo.

Ambos caminan de regreso hacía el lugar donde momentos antes el niño estaba llorando, los dos caminan en silencio degustando con tranquilidad su helado. A lo lejos puedes ver como una mujer de edad ya algo avanzada busca desesperadamente algo o alguien.

-¿Esa no es tú mamá?-preguntas. Quizás sabiendo ya la respuesta.

Él al verla, pone una cara de pánico, digna de los niños de su edad. Solo te ríes por lo bajo, él sale corriendo hacía madre, pero unos cuantos pasos lejos de ti, se gira y te sonríe con la felicidad y la sinceridad más pura que pudiese existir en el planeta.

-¡Gracias!- grita completamente feliz. Te sorprendes de lo potente que es su voz.- ¡Eres una buena persona!

Y sonriendo el niño da la vuelta y corre con su madre.

Te quedas parado ahí meditando las palabras del pequeñín. "Eres una buena personas" "Gracias". Sonríes satisfecho. Sabes que has hecho bien. Terminas tú helado y caminas de regreso a casa.

A comparación de como te sentías hace unos momentos, ahora te sientes renovado, sabes que no todos son como creías, que, por más extraña sea la situación y por mas solitario que pareciera, siempre habrá "alguien" que te este cuidando y apoyando en todo. Creías que estabas solo, pero has descubierto que no; te tienes a ti mismo.

Y ahora es cuestión de que tú, le enseñes a esas personas, a la vida y al destino que los seres humanos... Podemos ser felices.









Comentarios de Yuki'~:

Bien después de un tiempo, ando por acá de regreso con cosas nuevas y espero que ahora el tiempo no me quite estas preciadas ganas de escribir. ¿Comentarios?

Yuki' ~