Solo dame unos minutos... No te robaré más tu tiempo...
¿Alguna vez te has puesto en los
zapatos de otros?
Si, al parecer sí. Lo has dicho
miles de veces, y lo has demostrado unas cuantas más.
Pero…
¿Alguna vez te has puesto en los
míos?
No, jamás.
Dices “entender y comprender” mi situación.
Pero, ¿Es así? ¿Realmente es así? No.
No lo es.
No recuerdas cuándo fue la última
vez que de verdad lo hiciste… Es más supongo que desde hace un tiempo
considerable has olvidado eso. Sí, has mejorado en muchos aspectos; pero te has
vuelto una mierda en otros tantos. ¿Regaños? Pft! Por favor, no sabes otra cosa
más que despedazar moral y emocionalmente.
Poco a poco logro acostumbrarme a base de lágrimas y sacrificios a tus “reprimendas”
“Llorar no solucionará nada. No sirve de nada, no cambiarás el mundo
llorando”
Eso me dices siempre. Y más ganas
de llorar me dan.
¿Por qué? ¿Por qué lloro más
cuándo tú me estás diciendo eso? Sé perfectamente que derramando lágrimas JAMAS
solucionaré algo. Eso me quedó claro desde pequeña. Pero, alguna vez te has
puesto a pensar que; ¿Es una forma de sacar aquello que te guardas? ¿Qué es una
forma de catarsis? ¿Sabes al menos qué
es eso? ¿Lo sabes? ¿Lo imaginas? ¡Claro que no! ¡Jamás te pones en el lugar de
las personas que SI te apoyan! Solo andas alardeando de otras personas que
comprendes e intentas ponerte en su lugar pero ¿Y aquellas que si te apoyamos?
¿Aquellas que escuchamos tus historias? ¿Tus dudas? ¿Tus miedos? ¿Qué pasa con
las personas que seguimos tus pláticas porque de verdad nos interesan? ¡¿Qué
pasa con ellas?!
Dices que nunca pienso en las
situaciones que nos acechan día a día… ¿Te has preguntado los miles de
sacrificios que eh hecho? ¿Las situaciones vergonzosas en las que luego me veo
envuelta para no darte problemas? ¿Para no molestarte? Sabes las veces en las
que… En las que… ¿Tengo que hacer y conseguir todo por mis propios, triste,
pobres y deplorables medios? No, nunca lo has hecho, porque siempre, siempre
que tienes la oportunidad me lo restriegas en la cara: “no aprecias lo que hacemos” “no valoras los sacrificios” “Aun eres
inmadura” “Crees que nosotros ganamos dinero como si respiráramos” “Crees que
nosotros no sufrimos” Y puedo seguir con la larga lista…
Tal vez mis palabras te son un
reproche de una niña berrinchuda. Pero es el único medio por le cuál puedo
sacarlas. No eh tenido la oportunidad de decírtelo a la cara, porque te pones
agresivo, gritas, te enojas y quien termina despedazado en la plática soy yo,
cuándo tú eres el que inicia con “¿Qué piensas tú?” y yo trato de responderte
de una manera civilizada. Nunca deberías de hacerme esa pregunta… Porque sé que
mis respuestas jamás te gustarán.
¿Alguna vez te has puesto a
pensar en que es lo que siento cuándo me dices todo eso?
No, supongo que no. Por qué
siempre me dices lo mismo “No salgas con
tus estupideces” Así que, debo suponer que no; no has pensado ni en lo más
mínimo de cómo me siento.
Oye, ¿Quieres saberlo?
Bueno, no me importa. De todas
formas, lo diré, sé que no te importará.
Pero cada vez que me dices eso, cada
vez que desvalorizas mi esfuerzo, mis capacidades, mis logros y toda y cada una
de las cosas que hago, me haces sentir mal. Y no físicamente; ya quisiera yo
que me produjeras dolores de cabeza, o malestares estomacales… Pero me produces
dolores emocionales, que me haces dudar día con día de mis capacidades. Porque
todo lo que hago está mal. ¿De verdad lo está? ¿Tan mal estoy yo? Me haces
sentir que por más que me esfuerce, por más que trate de agradarte, jamás lo
lograré, porque siempre habrá algo que te tenga en desacuerdo; por más mínimo
que sea el detalle… Siempre habrá algo. Siempre.
Entonces dime, ¿Por qué te
esfuerzas tanto en “hacerme salir adelante”?
¿Para qué? ¿Para desmoralizarme
de maneras olímpicas? ¿Para sentirte fuerte ante un pobre y deplorable ser
humano que puedes desmoronar en segundos? ¿Por qué? ¿Qué frustraciones tienes
que las sacas conmigo?
Dices que jamás me pongo en tu
lugar. Puede que tengas razón. Jamás podré pensar, comportarme y sentir cómo
tú; que es lo que deseas. Pero, ¿Sabes? Muchas veces eh tomado todos los
esfuerzos que has hecho con el paso de los años. Eh tenido muy en mente las
cosas que has tenido que hacer, los sacrificios, las palabras, las cosas que
has tenido que hacer para mantenernos a flote… Y dices que no lo aprecio.
¿Crees que no lo hago? ¿De verdad crees que no lo hago? Dime, ¿Te has puesto a
pensar, cuántas veces, no te eh pedido cosas para evitarte preocupaciones y estrés? Nop. Al parecer no.
Dices que no confié en las
personas, que muchos solo son para ser utilizados y poder sacar provecho de
ellos. Dices que los amigos no los encuentro a la vuelta de la esquina y que a
quienes considero “amigos” no lo son.
Pues deja te confió un secreto:
Esas personas a las cuáles desvalorizas de manera terrible, a las cuáles has
tratado mal, de las cuáles hablas pestes y dices que son mala influencia para mí;
son las que más me han apoyado. Las que escuchan mis problemas y me suelen dar
consejos o ánimos… Para que no te parta la madre. Esas personas que consideras
malas influencias; me han hecho no hacer cosas estúpidas. Entonces, dime tú.
¿Lo son?
Algunas veces pienso que
olvidaste la época de cuándo eras un crío. Cuándo tu padre y tu madre te
reprendían, cuándo cometías los mismos errores que yo, e incluso puedo asegurar
que has olvidado el cómo llorabas como yo lo hago de pequeño. Ahora que eres grande,
tienes otras obligaciones, otras formas de pensar, “cosas más importantes que
hacer” pero se te ha olvidado que de entre todas esas…
Eres ser humano.
Y que eres padre.