26 de abril de 2013

No estás solo

Caminas por las calles repletas de personas. Las miras a los rostros y ninguno se te hace conocido.

No te sorprendes. Era de esperarse que cada uno de esos rostros fueran cien por ciento desconocidos para ti.

Sigues caminando, ahora te mueves al ritmo de la música, comenzando a desentonar poco a poco con la actividad de las personas. Ellos te ven por un rato, y después... Te vuelven a ignorar. Como siempre sucede. Bajas la cabeza y suspiras.

¿Qué es lo que haces mal, para que todos te ignoren?

Haces una introspección y recuerdas cada una de las cosas poco relevantes de tu vida. Eres buen alumno; no uno de los mejores, o de excelencia. Pero al menos no das problemas. Eres un buen hijo; sí ahí en definitiva no hay quien pueda ponerte pero; eres un buen ejemplo de hermano mayor, un buen hijo y un pilar fuerte en tu hogar. 

Sigues penando mientras caminas con mayor lentitud sobre la banqueta quebrada... Eres un buen amigo. No uno de los mejores, ni de los que todo mundo desea tener, o como se "supone" que es un amigo de verdad. Pero al menos estás ahí apoyando, ayudando, cuidando y protegiendo a aquellos a los cuales llamas amigos. 

Te detienes con brusquedad, por que un coche paso demasiado cerca de ti. Miras con desinterés el semáforo; era obvio, los automóviles tenían el paso y no los peatones. Te regañas mentalmente. Cuando reanudas tu caminata sigues pensando en por que las personas se empeñan en ignorarte.

Al parecer no tienes una respuesta certera. ¿Cómo saber el porque? No tienes ni la más mínima idea.

Suspiras.

Caminas hasta llegar a una banca de un jardín pequeño. Te sientas ahí y metes las manos en los bolsillos de tu saco; observas con cuidado a los niños, a los adultos, a los vendedores y sientes que no encajas en ese mundo. Ya no más. Desde que empezaste a tener esos pensamientos, desde que comenzaste a ser ´mas tú y menos "lo que ellos digan" desde ese entonces comenzaste a sentir que en el mundo en el cuál vivías ya no encajabas a la perfección. Y poco a poco tus orillas se fueron erosionando, con aprendizajes, enseñanzas, palabras, consejos, lágrimas, sonrisas... con un sin fin de cosas; para que al final tus piezas completamente erosionadas no encajarán nunca más con las del resto.

¿Por que? Te preguntas mirando repentinamente el cielo.

¿Por que?



Por que... ¿Sentías está soledad? ¿Por que sentías que las cosas poco a poco comenzaban a empeorar a más no poder? 

Trataste de no llorar. 

"Los hombres no lloran" Te llegó  a la mente.

¡Pero eres un ser humano! Eres solo un chico/a que está confundido, ¿Aún así se te  tenía prohibido llorar? Tratas de reprimir, vaya que lo trataste de hacer, pero a final de cuentas, cuando las lágrimas salen, es por que solamente existe esa forma de expresar aquello que te has callado, que no has comprendido y que muchas veces no quieres que la mayoría de las personas conozcan.

Dejaste de ver el cielo y miraste  a tu alrededor. Nadie se percato de tu gran tristeza. Bueno, te hubiera sorprendido que en verdad alguien la tomará en cuenta. No te inmutaste por ello y  seguiste llorando. Una brisa de aire golpeo con delicadeza tu rostro, haciéndolo sentir un poco mejor y despabilando tus pensamientos.



Llegas a un punto que, de tanto pensar te quedas en blanco.

Cero. No piensas nada más y todo lo que tenías en mente, se fue por el drenaje.

Solo te limitas a ver como unos pajarillos canturrean y juguetean bajo las ramas de un frondoso árbol. Ah~ Qué bellas son ese tipo de cosas, piensas después de un rato.

Entonces, levantas una vez más la vista al cielo y te quedas admirando aquellos algodones llamados nubes. Sonríes, pero no sabes si es una sonrisa de tristeza, nostalgia  alegría o de ese tipo de sonrisas que tienen los protagonistas de los libros y películas cuando, se dan cuenta de la realidad.


Te limpiaste las lágrimas y aspiraste con gran fuerza el aire, sacándolo poco a poco de tus pulmones.

Estabas más tranquilo, si. Y aunque no obtuviste lo que querías, o no estuvo alguien ahí para ti, dándote apoyo moral, verbal o físico, sabías que, en algún lugar de ese gran globo terráqueo  estaba en la misma situación que tú; o que, te deseaba lo mejor del mundo.

Sonaba tonto, si. Pero sabías que no eras el único con esa situación. Además, no estabas solo. Todos los días te levantabas y podías ver a la perfección tu reflejo en el espejo, todos los días había personas que te preguntaban si estabas bien, si habías dormido, descansado, si estabas triste o si habías probado bocado en el día.

Es más ahora que lo pensabas, no estabas tan solo como tú creías estar.

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