Ambas se
conocieron en un día de primavera.
Ellas eran
conocidas, confidentes de palabras;
Romina era
fuerte,
Julieta
delicada.
Las dos
compartían una amistad inesperada.
Pasaron
los días…
Luego los
meses;
Y Romina
sin duda,
Soñaba a veces.
Romina,
muchacha seria,
De mirada
perspicaz y
Pensamiento
lógico;
No lo pudo
evitar,
Pues sin
pensarlo…
Se llegó a
enamorar.
Julieta
tranquila, alegre,
Y
divertida; dulce y noble;
Era
aquella joven chica.
Pero al
igual que Romina,
En las
fauces del amor
Cayó
rendida.
Había
miedo, inseguridades también,
Pero
tenían la dicha
De verse
otra vez.
Un amor
prohibido lo creían,
Pues
enamorarse de una mujer
¡Es una
locura! ¡Es un pecado!
Pensar en
una mujer; siendo ellas una mujer…
Sin
embargo; en el corazón no se manda,
No se
niega, lo que se ama con el alma.
Romina se
confesó; Julieta se alegró;
Ya que su
amor; era reciproco.
Julieta la
abrazó,
Romina la
besó
Y su amor,
apenas comenzó.
Muy bueno!!
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