23 de diciembre de 2011

Felices Fiestas

Bueno antes que nada, te deseo una feliz y prospera navidad. Sé que tal vez son muy pocos los que leeran esto (o casí nadie) bueno, en fin, es mi deber decirlo xD ahaha, Felices fiestas y Prospero año 2012. Los leeré el siguiente año.

Sinceramente.

Yuki.



16 de diciembre de 2011

Vals Nocturno

Deseo. Aquella sensación que el ser humano no puede dejar de sentir conforme cada célula de su cuerpo reacciona a las sensaciones que le brinda.

Placer. Todas las emociones que le llevaban a un punto de éxtasis en el cuál los humanos se creaban una utopía de sus vidas.

Baile. Una de las formas de demostrar con el cuerpo lo que se está sintiendo en ese momento, tratando de transmitir mediantes este burdo ritual que se está agradable, que se siente uno el rey del universo, simple, completo, dichoso y estúpidamente feliz.

***

-Recuérdame porque estamos aquí, Leslie.
-No seas amargada Margaret, tú misma dijiste que querías divertirte; bueno pues vienes a divertirte.
-Lo sé- suspiro la chica de cabello negro.- Pero, me refería a algo diferente. No a una fiesta de disfraces de la época colonial.
-Bueno.- la pelirroja sonrió.- Quizás disfrutes mucho esto.

Dicho esto, su compañera de cuarto, la dejo para ir a bailar un poco.

Y ahí estaba ella. En la entrada de aquel enorme castillo, con un vestido del año 1800 color verde oliva, con una cola algo larga, con detalles dorados en lo bajo de la larga y ampona falda, un listón en la cintura que en la espalda de ella finalizaba con un bello moño; escote decente, no mostraba mucho ni mostraba poco, solo lo necesario, mangas largas en forma de pico y de suave tela transparente dejando ver tras aquella tela su antebrazo con ese bella piel morena, sus manos adornadas con un par de guantes negros, una pulsera de finos diamantes en la mano izquierda, mientras que en la otra traía consigo misma un abanico del color de su vestido. Su cuello era adornado por un sencillo y perfecto collar de oro puro con una gema hidrotermal en tono citrina; aretes de oro puro largos y con la misma gema pero mucho más pequeña. Su cabello, su cabello estaba recogido en un peinado alto, en donde se formaban varios bucles grandes, haciendo entre todos ellos una cebolla (1) adornado con algunas hilillos dorados y flores huele de noche. Su cabello negro era una obra de arte.

Las zapatillas altas doradas, le estaban lastimando los pies. ¿Por qué había accedido a ir a ese lugar? Debía de aceptarlo, el castillo donde se estaba realizando esa fiesta de disfraces, era todo un lugar digno de admirar, para comenzar, tenía una alfombra de terciopelo color rojo sangre en todo el suelo del gran salón, las paredes, eran de piedra adornadas con cientos de cuadros de Da vinci, picazo, entre otros; retratos de algunos reyes, condesas y un sinfín de personas de las épocas pasadas, las ventanas eran grandes adornadas con cortinas doradas. En cada una de las paredes había candelabros con no más de seis velas encendidas, en el centro del techo de aquel enorme salón se encontraban infinidades de candelabros con miles de piedrecitas que hacía brillar a la habitación, mínimo había unos diez candelabros a lo largo de ese salón. Quedaba impresionada porque en las orillas de aquel lugar se encontraban algunas mesas con jarrones llenos de flores bellísimas y exóticas, y uno que otro mayordomo sirviendo bebidas.

-¿Hermoso no cree?- dijo una voz masculina  a sus espaldas.
-Si, lo es.- dijo sin voltear a verlo.- Aunque no es nada igual a los de la época de antes.
-¿Acaso ya vio uno de ellos?
-Digamos que… Sé demasiado de esto.

 Por fin volteo a verlo. Y quedo extasiada. Aquel gallardo hombre media más de uno ochenta, su cabello color miel era algo largo y estaba bien peinado, dejándole un flequillo que lo hacía ver mucho más atractivo de lo que ya era; su piel era blanca y tenía unos increíbles ojos verdes muy profundos dos copias idénticas de una esmeralda. Su complexión era delgada pero muy tonificada. Amaba ese tipo de hombres, pero la mayoría de ellos, eran unos completos idiotas.

-Disculpe- dijo haciendo una reverencia aquel hombre- Me llamo Isachaar.
-Margaret- dijo ella imitando la reverencia.
-Un gusto Lady Margaret. Dígame ¿Disfruta de la fiesta?- comento posándose a un lado de ella observando el gran salón abarrotado de gente.
-Digamos… Lord  Isachaar que fui obligada a venir a este evento, pero al ver la gran riqueza de arte, el baile y las compañías quizás me pueda divertir un poco.- contesto con una tímida sonrisa.

El hombre le sonrió. Ella comenzaba a sentir aquel calor conocido en sus mejillas. Sabía que se estaba sonrojando, pero no le importaba. Aquel hombre le había robado el aliento desde el momento en que le vio, y no perdería la oportunidad de bailar una pieza con él.


La sonrisa de aquella chica le había hipnotizado. Ahora, le daba gracias a Dios por haber sido invitado a esa estúpida fiesta de disfraces –aunque ya no lo era- Cuando la vi entrar por aquella enorme puerta, hubo algo en su ser que le llamo la atención. Y estaba decidido a pasar toda  la velada con ella. Así tuviera que hacer lo que tuviera que hacer.

Ambos disfrutaban de la compañía del otro en completo silencio. Admiraban extasiados aquel hermoso baile que las parejas estaban dando con todas sus energías y sentimientos de por medio.


El cuerpo de ella, era el de una doncella, aquel vestido verde oliva le sentaba tan bien a su piel morena, su cabello negro resaltaba con aquellos adornos que tenía en su sencillo pero perfecto peinado, todo de ella le maravillaba. Todo. Lo que más le llamo la atención fue el color grisáceo de sus ojos entre gris y plateado, un color único. Quedo hipnotizado por esos orbes y por aquella fina, sarcástica y sencilla sonrisa.

-¿Seguirá mirando Lord Isachaar?- dijo divertida sin quitar la mirada del baile.
-Claro, no está prohibido mirar a las jóvenes damas de por aquí- contesto con una sonrisa.
-Tiene razón. Aunque ¿no cree que se sentirían acosadas?
-Posiblemente- dijo rascándose la barbilla.- ¿Me deja admirarla toda la noche lady Margaret?

Ella solo soltó una risilla cantarina. Ahora quedo más enamorado de la joven chica. ¿Dónde viviría? ¿De dónde sería? Lo cierto, era que jamás la había visto. Al ver como la chica dejaba de reír, le ofreció la mano en señal de que quería bailar la siguiente pieza.
-¿Me permite?- dijo haciendo una reverencia.
-Claro.- acepto dándole aquella fina mano enguantada.

Ambos caminaron al centro de salón y se posicionaron con el resto de las parejas que estaban dispuestas a bailar la siguiente pieza. La orquesta encargada de las piezas comenzó a tocar. Primero los violines, seguidos de más violines y algunas flautas. Ella conocía esa melodía. Hacía mucho que no la escuchaba…

-Lord Isachaar…-le llamó la chica de ojos grises.- ¿Conoce usted esta melodía?
-Si.- contesto el orgulloso.- Se llama Danza Macabra
-A diabolic Waltz.- contesto ella.
-Exacto.- sonrió él, llevándola por el salón.- ¿Donde la escucho? Se dice que es una pieza prohibida, ya que incita a muchas cosas, dependiendo de cómo uno la interprete.
-La escucha hace tiempo.- se limito a responder.- Y si, tiene razón, es una pieza prohibida, pero al parecer a los músicos no les importa en lo absoluto.

Ambos sonrieron, y siguieron bailando en silencio. El movimiento de ambos cuerpos era tan sincronizado que las parejas que bailaban a su alrededor, detuvieron su ridículo ritual para observar a esa gallarda pareja, entregarse completamente el uno al otro en aquella prohibida pieza. Todos estaban anonadados, incluso la amiga de la chica de vestido verde: Leslie. Leslie desde un principio supo que su amiga, no era de ese tipo de fiestas, pero al verla bailar con aquel joven y verla tan feliz y radiante cambio de opinión. Aunque había algo en sus ojos… un brillo especial y algo de… ¿Nostalgia? No sabía distinguirlo bien la chica pero estaba segura de que a su compañera, le estaba cruzando algo por la mente.

***






Ambas personas, se miraban fijamente, la mirada de su acompañante nunca los perturbo en ningún momento, al contrario, cada vez sentían más atracción y curiosidad por el otro. Ella sentía el fuerte aroma varonil de él, único y fresco. Él podía distinguir aquel bello y dulce perfume que ella estaba utilizando embriagándole los sentidos hasta casi quedar sin orientación. Bailaron toda la pieza y n ningún momento se detuvieron,  si no hasta que los músicos terminaron de tocar y todo el salón estallo en aplausos de alabanza, ambos miraron a su alrededor y solo recibieron los aplausos y elogios por parte de la demás gente. Algunos incluso se les acercaron para felicitarles por haber bailado tan bien aquella pieza. Ellos solo sonreían y movían la cabeza en movimiento de agradecimiento.


Cuando la otra pieza comenzó a sonar, la aglomeración fue dispersándose dejándolos solos; por fin. Ambos suspiraron al unisón. Y después se rieron de la coordinación que tenían.

“Es él” pensó la chica. “Es él indicado”

“Es ella” pensó el joven. “Tiene que ser ella.”

“Debes hacerlo”  dijo una voz en la cabeza de uno de ellos. “Es el momento, el lugar. Debes hacerlo”

Ambos se seguían mirando, divertidos. Analizando cualquier movimiento, que el otro hacia, por más mínimo que fuera. En su análisis concreto fueron interrumpidos por una chica rubia.

-Leslie- le saludo la morena.
-Margaret.- dijo haciendo una reverencia divertida.- no sabía que bailabas tan bien
-Nadie lo sabía.- contesto algo molesta.- ni tiene que.- sentencio
-De acuerdo.- hizo una señal de candado en su boca, miro al joven que mantenía agarrada a Margaret por la cintura, de una manera muy protectora.- Soy Leslie, amiga de la Señorita Margaret.
-Un gusto.- por fin soltó a la chica y realizo la ya tan conocida reverencia.- Mi nombre es Isachaar
-El placer es mío, my Lord.- susurró ella haciendo su reverencia.
-My Lady.- le siguió el juego.- Si me permite, iremos a bailar la señorita Margaret y yo. Compermiso.
-Pasen, disfruten del lugar.- después le susurro a su amiga, sin que el viera.- “Suerte”

Margaret solo sonrió y negó con la cabeza. Aquella mujer era así. Imposible de cambiar su actitud. Ambos seguían caminando por el largo salón, pero no iban en dirección a la pista de baila. Iban a la planta alta del enorme castillo.

-¿A qué vamos a la parte alta Lord Isachaar?
-Quiero…-dijo tomando la mano de ella y mirándola a los ojos.- quiero que vea la hermosa vista que se tiene desde un balcón, en especial.

Ella no sabía si seguirlo o no. Después de todo, en el momento en que ambos se estaban “analizando” un brillo extraño salió de sus ojos. Un brillo de malicia. ¿Sería bueno que lo hiciera?

-Confié en mi, Lady Margaret.-pido el con ojos suplicantes.
-Está bien.- contesto ella derrotada.- Pero solo un rato… Si tardo, Leslie se preocupará.
-De acuerdo.



Ambos caminaron escaleras arriba, y al llegar al pasillo principal, solo se encontraron todo a oscuras. Pero un leve viento prendió todas las antorchas del lugar. Ambos se miraron extrañados. Tomados de la mano, caminaron a una de las habitaciones.

El quería que ella observara la hermosa vista que había desde el balcón principal; lo cierto, es que, él estaba en ese castillo desde hace horas –mucho antes de que el festejo empezará- y era porque el que organizo la fiesta era nada más y nada menos que un primo suyo. Y él como buen pariente le ayudo en escoger el lugar, comida, etc. Y había entrado a todas las habitaciones, quedando maravillado por la vista panorámica que le ofrecía aquel balcón principal. Una vez frente a la puerta deseada, él la miro para corroborar que no la estaba obligando a nada. No quería hacer nada mal con ella. Pero al ver su bello rostro, toda duda se borro de él. Ella estaba hasta cierto punto excitada ante la sensación de que irían a ver algo desconocido. Ella le sonrió para reconfortarlo e indicarle que todo estaba bien. Él le sonrió y ella le regreso el gesto. Ambos entraron a la habitación.

***

-Disculpe joven dama.- le llamo un joven
-¿Dígame…?- No pudo terminar la frase, ya que el adonis que estaba frente suyo le borro todo pensamiento coherente
-¿No ha visto a un joven de cabello color miel, ojos verdes, vestido de Lord?
-huum…- ella pensó un instante.- No, creo que no ¿Sucede algo?
-Bueno…- el chico rubio se rasco la cabeza algo estresado.- Es mi primo, y necesito de su ayuda.
-Oh, ya veo.- guardo silencio y luego hablo.- Espero le encuentre…
-¡Oh que descortés!- dio el chico sonriendo nerviosamente.- Me llamo Gerhard- dijo tomando la fina mano de aquella joven rubia y besándola delicadamente.
-Un gusto My lord­.- se inclino un poco y hablo.- Me llamo Leslie
-El placer es mío My Lady.

Ambos se observaron un rato. Sonrieron. Y caminaron a la pista a bailar una de las variadas piezas que la orquesta estaba tocando. Aquel vestido rosa pastel, con escote natural, dejaba ver la piel blanca de aquella joven, se veía tan suave, tan tersa… que le incitaba a tocarla, a probarla, a olerla… a caer bajo, a perderse en aquel cuerpo de mujer convertido en pecado, sus mangas hasta un tercio en su brazo y el resto de su brazo blanquecino adornado con guantes blancos de seda, hacían que esa chica de cabello rubio pareciera un ángel. Su cabello rubio, por cierto, estaba totalmente suelto con ondas y una delgada y elegante pluma color azul pitufo que hacía verla extremadamente bella estaba colocada a un costado de su cabeza.

-Se ve extremadamente bella Leslie.- elogio aquel joven.
-Usted no se queda atrás- refuto la joven.

Y era verdad, aquel hombre que no pasaba de los veintidós años era extremadamente guapo. Como diría su amiga Margaret, el modelo del hombre perfecto. Cabello rubio, ojos azules, piel  blanca, cuerpo tonificado, voz varonil, mirada tierna, mentón afilado… Toda una obra de arte y más si le agregaba que aquel joven iba vestido con un elegante traje blanco, la orilla de su saco en forma de pico era de un color rosa pastel –curiosamente del mismo color que su vestido- y sobre esa línea tenía bordados dorados. Poseía cuatro botones parecidos al oro, su pantalón era completamente blanco, zapatos blancos y bien limpios, guantes del mismo color de seda y para finalizar aquella elegante vestimenta el chico traía consigo una capa larga que casi rosaba el suelo, forrada por satín del mismo color que el vestido de ella.

¿Sería acaso que el amor lo encontraría esa noche, con aquel gallardo joven?

Mientras bailaban al ritmo de aquella pieza que no iba ni a la mitad, él pensaba en el paradero de su primo. Se reprendió mentalmente por andar pensado en él mientras estaba disfrutando de la agradable compañía de esta chica tan guapa.

Deseo. Necesidad. Pasión. Urgencia. Satisfacción.

Es lo que clama a gritos su cuerpo.

***

-Es bellísima la vista Isachaar.- dijo la chica de aquel verde vestido.
-¿Verdad que es hermoso?- dijo acercándose al balcón y posándose a un costado de aquella joven de ojos grises.- Descubrí el lugar por accidente.
-¿Tienes tiempo alojándote aquí?- pregunto ella sin dejar de ver aquellas electrónicas luces de colores que hacían un conjunto perfecto con la noche y la música de abajo.
-Bueno, de hecho, estoy aquí porque mi primo me ha invitado, es el que organizo todo este show.- comento riendo bajo.
-Ah, ya entiendo. “El rey”-dijo entre comillas.- Es tú primo. Entonces tú también eres de la realeza.- sonrió.
-No, solo soy un simple invitado más.

Se acerco lentamente al rostro de la chica. Observando detenidamente sus bellos ojos, aquel maquillaje sencillo la hacía verse mucho más hermosa, mucho más irreal de lo que ya parecía la chica. Era demasiado bella, se decía a si mismo ¿Como una mujer como ella, estaba sola en esa fiesta cuando llegó él? Se detuvo a escasos centímetros de ella. Notó su respiración fría y entrecortada.

-¿tienes frío?-susurro despacio
-Algo.- respondió con sensualidad.
-Toma- Él como todo un caballero, le ofreció su saco negro, cubriéndole la espalda y permitiéndose rozar delicadamente sus hombros morenos. Suave. Su piel era delicada y extremadamente suave. Tentación. Eso era lo que ella era; Tentación.
-Isachaar.- susurró ella con lascivia
-Margaret.- respondió de la misma manera.

Ambos pasaron minutos mirándose con lascivia hasta que se fundieron en un beso apasionado para perderse en la noche. Solo eran conscientes de sus cuerpos rozándose y pidiendo más, sin impórtales su alrededor, el lugar en el que se encontraban o de lo que pudiese suceder a continuación. Ella estaba acorralada entré el barandal de piedra del balcón y entre el cuerpo fuerte y necesitado de él.  Su cuerpo comenzaba a demandarle esa necesidad que ella ya conocía a la perfección, sentía como la sangre en sus venas comenzaba a arder y como su corazón bombeaba rápidamente por la necesidad de más. Él con extremada lentitud bajo por su cuello, oliendo y embriagándose con el dulce aroma de su perfume, dejando un camino de besos húmedos por su cuello, disfrutando del sonido de los gemidos de ella por la satisfacción.
Sus manos desesperadas, comenzaron a deshacer el moño que tenía él en su cuello y a desabotonar los primeros botones que le impedían poder tocar y probar la piel delicada de su cuello varonil.

-Yo…- susurró ella con un tono diferente de voz.
-Solo… disfruta.- decía él besándola apasionadamente de nuevo.


Ella se dejo querer. Dejo que las manos de él anduvieran por encima de esa pesada ropa, que hacía años no usaba. Isachaar acerco más su cuerpo al de la joven para así poder fundirse en uno solo, pero la maldita ropa le estorbaba demasiado para poder cumplir su propósito. En un movimiento inesperado, ambos giraron, invirtiendo los papales. Ahora el acorralado era él y ella lo tenía a su total disposición.

Perfecto.

Comenzó a lamerle el cuello. Probando y saboreando aquella cálida y exquisita piel.

-Delicioso.- Comento ella cerca del cuello de Isachaar.
-¿Margaret?- pregunto él algo confundido.
-Solo disfruta.- repito las mismas palabras que él le dijo segundos antes.

Olvido lo que ella le había dicho, ya que su pequeña y grácil boca estaba posada en su fuerte cuello, besando, probando… Mordiendo.

-Margaret.- protesto.- Hey… me… me etas mordiendo…

Ella no respondió, y solo se limito a realizar lo que sabía hacer perfectamente sin ningún problema. Alimentarse.

Su boca estaba siendo inundada por el elixir más delicioso que pudiera existir en el planeta: La Sangre. Y cabía destacar que la sangre de aquel joven y apuesto hombre era deliciosa algo dulce pero con un sabor único. Como los demás que había probado en tiempos anteriores. Cerró los ojos y se dejo llevar por su instinto asesino, por la sobrevivencia del más fuerte y con sus pequeñas manos, apretó contra si él cuerpo ya débil de aquel chico aterrorizado.

-¡Margaret!- susurro en un intento de grito

Pero ya no podía, sus fuerzas comenzaban a colapsar su mente estaba siendo taladrada por el miedo inminente de que estaba siendo devorado por una cosa que no era un ser humano y mucho menos una joven y bella mujer. Sentía como su corazón poco a poco iba cediendo la sangre, como sus venas se volvían secas y faltas de circulación, sentía como poco a poco su alma abundaba su cuerpo sintiendo también la presencia de la muerte, esperándolo pacientemente hasta que su asesina terminará con su última gota de sangre.

El cuerpo inerte de aquel joven yacía bajo el suyo, fino, delgado y lleno de nuevo de vitalidad. Había sido algo aburrido ya que él no había puesto ninguna traba y se dejo dominar por el miedo.

-Patéticos humanos.- susurró ella.

Con la lengua se limpio el hilillo de sangre, dejo el cuerpo de Isachaar en la cama, y bajo al salón a seguir disfrutando de la fiesta.

***
Una vez terminado el vals, ambos jóvenes que ahora eran el centro de atención se dirigieron a una de las mesas cercanas a comer algunos bocadillos. El cuerpo de ella estaba cansado de tanto bailar, pero no se arrepentía de haberlo hecho con el anfitrión del lugar. Cuando él le dijo que era el anfitrión ella se sintió realmente afortunada el poder tener la atención de él en toda la velada. Cada vez que lo pillaba observándola detenidamente ella se sonrojaba furiosamente. ¿Realmente él la estaba mirando o solo era un juego macabro de su mente?

No lo sabía, pero era feliz, por ahora.

Él la observaba detenidamente, no se dio cuenta de que en sus mejillas había diminutas pecas que la hacían ver adorable. Simplemente perfecta. La miro por un rato más, quería grabar a fuego la imagen de ella. Después la tomo de la mano y la dirigió a los jardines.



-¿A dónde vamos Gerhard?
- A los jardines.- contesto él con una bella sonrisa.

Ella solo se limito a seguirlo por aquellos jardines, grandes y hermosos. La luz de la luna hacía que la vista de todos ellos fuera magnifica, tranquila y magnifica. Llegaron a una especie de laberinto y se adentraron en él. Gerhard le apretó la mano y ella apretó el paso, ambos iban tomados fuertemente de las manos caminando por aquellos innumerables pasillos formando aquella brutal fortaleza de naturaleza. Cuando llegaron al centro de aquel laberinto Leslie se asusto un poco al ver a más de cinco hombres vestidos de negro –con las mismas ropas que Gerhard- y con antifaces.

-¿Gerhard?- pregunto ella con algo de pánico.
-Buenas noches señores.- dijo el chico.

Los hombres solo movieron la cabeza a modo de saludo. Leslie aterrorizada quiso soltarse del agarre de aquel chico que comenzaba infundirle miedo, pero no podía, la mano enguantada de su ex príncipe le apretaba con demasiada fuerza su muñeca, comenzó a quejarse de dolor.

-¿tú primo?- pregunto uno de los enmascarados
-No lo encontré.- respondió el chico.- Pero encontré a esta bella joven. Tiene la misma belleza que mi primo, pero en cuerpo de una bella doncella.

Lanzo a la chica contra el césped y ella cayó de bruces lastimándose un poco. No se movió para nada, tenía miedo de lo que aquellos hombres pudieran hacerle. Vio de reojo como todos los hombres la rodeaban y con la mirada llena de lágrimas buscaba a Gerhard. El era ajeno a aquello y solo estaba cruzado de brazos observando con cinismo.


-Está bien. La llevaremos.- respondió el líder al fin.
-¿Llevarme? ¿A dónde? ¿Gerhard?- decía asustada.
-Cálmate.- le dijo él levantándola del suelo y apretándola contra su pecho.- Pequeño pajarillo, tu libertad ahora te fue arrebatada, ellos son tus dueños…- le beso delicadamente los labios. La soltó y se fue por aquel laberinto de plantas.
-¡Gerhard!- grito ella, trató de correr, pero los hombres la tomaron y comenzaron a amordazarla, ponerle cuerdas en sus manos y pies, desgarrando un poco aquel vestido que tenía.

“¡Margaret!” pensaba” ¡ayúdame!”

Pero como era de esperar, su amiga no escucharía los lamentos mentales de ella. Sus bellos ojos verdes comenzaron a derramar esas salinas gotas llenas de terror. No tenía salvación estaba perdida y muchas veces su amiga Margaret le dijo que nunca confiara en desconocidos, vaya, incluso en ella, porque la humanidad era traicionera.

No le creyó. Hasta ese momento.

.
.
.

Margaret sonrió con arrogancia. Aquella chiquilla nunca entendió las advertencias de ella. Leslie, era una buena chica, algunas veces algo alocada, pero en si era buena chica. Pero demasiado despreocupada y ahora que había sentido la llamada de auxilio de ella, fue a ver que sucedía y en efecto ahí estaba ella siendo llevada por unos hombres quizás a ser mercancía de alguien más. Suspiro, realmente le importaba poco lo que sucediera con ella, si fingía aquella amistad, era porque la chica siempre la cubría cuando salía o nunca pedía explicaciones de su extraña manera de vivir. Pero ahora, ya no necesitaba más de su ayuda.




-Se lo merece por estúpida.- susurro.

Dicho esto regreso a la fiesta, estuvo disfrutando un poco más de aquel festejo y una vez que se aburrió decidió que era momento de buscar otro tipo de diversión. Camino hacia la salida y se topo con cierta persona.

-Buenas noches.- dijo él.
-Buenas noches Lord Gerhard.- saludo ella- Su fiesta fue todo un éxito.
-¿Se divirtió?- pregunto el chico.
-La verdad, solo un poco, pero fue muy… interesante la fiesta.- sonrió.
-Que lastima.- contesto con fingida tristeza.- La próxima fiesta trataré de que sea más interesante.
-Eso espero.- respondió ella.- Si me permite, me paso a retirar.
-que tenga buena noche my Lady.- dijo haciendo una reverencia.
-Gracias, igual.

Dicho esto, se fue del lugar. Su sonrisa era señal de que volvería a repetir esa velada pronto. Muy pronto. Y su víctima, sería el mismísimo anfitrión Gerhard. 






(1) Peinado de Cebolla: En el lugar donde yo vivo en una forma de peinar, dejándote todo el cabello recogido en un molote, por decirlo así.


Nota de Yuki': Bueno, como verán es mi segundo escrito aquí en mi blog xD No sabía como usarlo así que edisculpen la demora, además de que, no tenía ideas e.e Pero ya vine y traigo demasiadas. Si tengo tiempo, subiré algo de vocaloid n_n


Cualquier cosa que les interese dejen un comentario Y yo responderé ^^




Yuki'

4 de diciembre de 2011

De nuevo aquellas palabras tan molestas. Otra vez aquellos gritos petulantes; y sin embargo permanezco callado; en silencio observando molesto y divertido tu actitud un tanto estúpida.


-¿Has entendido todo lo que te eh dicho?- vociferas como por tercera vez.

Solo asiento con la cabeza; tratando de no dejarme llevar por aquel instinto que el ser humano ha reprimido por muchos años. Niegas con la cabeza totalmente molesto y te vas; dejándome en la comodidad y la soledad de mi habitación. Me acuesto en la cama tratando de reprimir todos estos sentimientos negativos que comienzan a aflorar conforme recuerdo "tu plática". Te molesta todo de mi, esa es mi conclusión, pero más sin embargo me sigues alentando a que continué y sea una persona de bien... ¿Confuso no crees?

Cierro los ojos y trato de regular mi respiración, sé que no ganaré nada si me pongo igual que tu. De antemano sé que jamás podré ganarte en una plática o pelea verbal, por el simple hecho de que eres y serás mi progenitor.

-Que fastidio...-susurro
-Podrías cambiar todo eso...

Me levanto de golpe en la cama y observo mi habitación vacía y oscura. No hay nadie, pero más sin embargo sé que escuché una voz; una voz terrorificamente seductora pero a la vez peligrosa. Me tallo los ojos y trato de enfocar mi vista en la oscura habitación. "Si quizás sea mi imaginación" pienso, me vuelvo a acostar en la cama y cierro los ojos.

-Sabes que no es tu imaginación, Ian.- me llama de nuevo esa voz

Ahora completamente alterado me levanto y prendo la pequeña lampara de noche que se encuentra a escasos centímetros de mi cama. Cuando encendí la luz, aquella suave y seductora voz soltó una carcajada en voz baja y yo completamente aterrado pero hasta cierto punto excitado voltee a ver al dueño de aquella voz.

-Ian, solo tienes que pedir aquello que llevas deseando desde hace años.- contesto como saludo.

Yo solo puedo estar idiotizado por lo que veo en mi habitación; aquella mujer tenía belleza increíble e inigualable, cabello negro, largo y lacio; un cuerpo que no cualquier mortal pudiese tener piel blanca, uñas largas y negras, sonrisa sarcástica y victoriosa y vestida con un traje de falta color rojo. Sigo sentado en mi cama observando a aquella maravilla de mujer; mientras que en mi cerebro trato de buscar una manera lógica de todo esto que esta pasando.

-No tengo tu tiempo.- cruzó las piernas.- Es hora de que decidas Ian.
-¿Decidir que?- me hago el ingenuo.
-Ambos sabemos.- hizo una mueca de desprecio.- Pero si quieres que te lo recuerde lo haré.- guardo silencio y volvió a hablar con un tono de voz fuerte.- Desde hace tiempo tienes sed de venganza...
-Yo...Yo...

Ella sonríe, y en sus ojos color gises aparece un destello rojizo. Ese cambio en sus ojos hace que me den escalofríos  pero algo muy dentro de mi me dice que acepte tal situación. Ella menciono que podía cambiar todo ¿Como sería eso? Muerto por al curiosidad, asiento lentamente aceptando lo que me propuso sin ponerme a pensar en las consecuencias, solamente siendo consciente de que pronto obtendré mi venganza...

Me tendió una pluma y me pidió que en mi mano escribiera mi nombre y el de ella. Obedecí y en cuestión de segundos mi mano comenzó a arder y en la palma aparecieron llamas en formas de letras...

-¿Que sucede?-pregunto alarmado, pero sin sentir la quemazón de aquellas llamas azules.
-Es la manera de cerrar nuestra conversación, ya pasará.

Me tranquilizo y veo como poco a poco las llamas se van esfumando dejando ahí mi palma intacta.

-Bien.- se pone de pie, acomoda su traje y me extiende la mano.- Acompáñame.
-¿A donde?- pregunto desconfiado.
- Al Infierno, acabas de firmar tu sentencia.


A final de cuentas termine en un lugar mucho peor en el que yo vivía. Pero no me arrepentí de aquel pacto que hice con ese demonio; a final de cuentas.... La venganza siempre es dulce.