Una vez alguien me dijo "Llorar no solucionará nada."
Tiene razón, llorar no soluciona nada. Absolutamente nada. Pero, ¿Ha pensando siquiera en el alivio del alma? ¿En la limpieza del cuerpo?
Sí, llorar no sirve de nada; al contrario; agota el cuerpo y la mente, te inflama los ojos, moqueas hasta el grado de verte ridículo, se te quiebra la voz, te cansas, te sientes peor y cuándo terminas de llorar un horrible dolor de cabeza viene a ti. Todo esto, claro está por el lado negativo.
Pero veámoslo desde otro enfoque: El llorar; alivia el alma, limpia asperezas, sana heridas; expresa todo aquello que, en el momento no puedes decirlo con palabras. El llorar es un arte e inclusive una bendición que pocos saben apreciar y pocos saben hacerlo en realidad. Es cierto, todos lloran. Sin excepción alguna, la diferencia está en cómo y porqué lloran.
Siempre he sido de la idea, de que el llorar alivia mucho. Y es verdad; a pesar de las consecuencias físicas que te trae, sientes cómo te deshaces de todo, como esa carga pesada la dejas ahí y te sientes más ligero; incluso puedes sentir cómo tú alma y mente podridos y carcomidos por toda emoción o situación negativa se comienzan alimpiar y regenerar. No es malo llorar. Por más que todos te digan que llorar es de débiles, de cobardes o de tontos. Creo que están en algo incorrecto. La persona más fuerte y más valiente es aquella que llora. Aquella que derrama lágrimas, no la que se las guarda. La persona valiente es aquella que se muestra cómo es; no la que finge rudeza y fuerza.
¿Sabes? Es bueno llorar. Porque así te das cuenta que eres una persona mejor que las asquerosidades que te rodean. Llorar es bueno; porque quiere decir que tu corazón aún es noble y puro. Sí un día te dan ganas de llorar, hazlo. Te hará bien. Le hará bien a tu mente, a tu corazón, a tu alma... A tu persona.
Todos lloramos de formas distintas.
Algunos; gritando y derramando el caudal salado.
Otras, lo hacen en silencio.
Otras tantas, no lo hacen porque no saben hacerlo, pero lo externan.
Algunas más; buscan un hombro con el cuál desahogarse.
Otras más; toman su almohada y le confiesan todo a esa silenciosa compañera.
Y yo... lloro escribiendo estas simples palabras.