Sentada en su cama, llorando
libremente se preguntaba una y otra vez que era lo que había sucedido. Alzo la
mirada y su rostro se topó con el reflejo de la ventana.
¿Tan triste se veía?
¿Tanto era el pesar que le había
causado él?
¿Eran esas las lágrimas que
estaba derramando por él?
-Todo cambiará.- prometió alguna vez.- Prometo que cambiaré… Por qué te amo.
Ella le creyó. Creyó fielmente en
esas palabras, pero… Al parecer, aquellas promesas que él le dio solo se
quedaron en ese momento o tal vez… Solo tal vez el viento se las llevó con él.
Al otro lado de la puerta se oían
los golpes fuertes y desesperados de un hombre. Ella reaccionó y se encogió en
su cama. Cerró los ojos y trató de ahogar su llanto, pero cada golpe era más intenso
como su dolor.
-¡Lárgate!-grito ella ahogada en
sus lágrimas.- ¡Ya no quiero verte, vete!
-¡Espera!-gritó el hombre al otro lado de la puerta.- S-Solo… Escucha lo que tengo que decirte…
-¡NO!-gritó de nuevo acostándose
en la cama.- ¿Cuánto daño más me harás? ¿No es suficiente con esto? ¡Lárgate!
-¡No me iré!-gritó él decidido al otro lado de la puerta y dejando
de golpearla.- No me iré… No… Hasta que
me escuches…
-¿Qué quieres que
escuche?-preguntó molesta.- ¿Tus mentiras?
¿Todas aquellas historias que jamás cumplirás? ¿Qué es lo que piensas
decirme mentiroso?
-Qué te amo…-murmuro.
Al instante un silencio sepulcral
e incómodo invadió el lugar.
¿Estaba bromeando? ¿Amar? ¿Él?
¿Toda una bestia andando, amar a una mujer tan… frágil y simple como ella?
-Estás mintiendo.- negó con la
cabeza haciéndose ovillo en la cama, tratando de convencerse más a ella que a
él.- Es-Estás mintiendo…-dijo de nuevo con la voz quebrada.
-No lo hago…-murmuro.- Es en
la única cosa que no puedo mentirte… Perdóname…De verdad… Yo…
-¡¿Tú que?!-grito.- ¿Tú me amas
de verdad?-preguntó sentándose en la cama de golpe siendo presa de un ligero mareo.- Ugh… ¿De verdad me amas? Si es
así, entonces ¡Lárgate! Ya no quiero saber nada de ti, ¡Vete de mi casa, de mi
vida; de mi día a día, solo desaparece!
-¡No lo haré!-grito golpeando una vez más la puerta haciendo que
ella se asustara un poco.- ¡Solo cierra
tu estúpida boca y escúchame!
Ella quedo algo impactada por el
vocabulario de su “refinado” novio. Bueno, él solía tener un vocabulario amplio;
y solo llegó a escuchar palabras altisonantes de su boca cuando estaba molesto
o desesperado… Verdaderamente molesto y desesperado. Y al parecer esta era una de esas
situaciones. Trato de calmar los espasmos que comenzaban a invadirla y se concentró
en el aquí y ahora. No pasaría nada malo si le escuchaba ¿Verdad? Solo
escucharía y de todas formas le diría que se fuera, porque ya estaba cansada de
esa situación. ¿Cierto?
Lo haría ¿Verdad?
-S-Si…-murmuró.- Tengo que
hacerlo.
Fue entonces, que ella dudo de sí
misma… Solo un poco.
Él esperó por una respuesta de
ella. Su frente pegada a la puerta no le permitía pensar con claridad. ¿Y quién
lo hacía con la frente pegada en la pared? Nadie. Menos él. Siendo una persona
tan violenta… tan extraña y explosiva, no pensaba muy a menudo… Suspiró y cerró
las manos en forma de puño.
“Tranquilo, tranquilo, tranquilo, ella te abrirá esa puerta y podrás
solucionar todo” se dijo.
Pero no fue así.
Al otro lado de la puerta escuchó
como abrían la ventana y arrastraban algunas cosas y se preocupó entonces.
¿Ella saldría por la ventana? Sería una hija de puta si lo hacía… pensó
molesto.
Se golpeó contra la pared.
¿Era estúpido? Ahí iba de nuevo
su actitud agresiva y siempre tan negativa.
“Si te deja será porque eres un completo idiota” le dijo una voz.
-T-Te escuc-cho…-murmuró su suave voz al otro lado de la puerta.
Suspiró. Bueno, de eso a nada era
mucha ganancia que ella quisiera oírle. Ya mejor dejo por la paz el que ella
intentará abrirle la puerta. Suspiro y recargo su espalda en la puerta,
deslizándose hacia abajo para quedar sentando frente a ella.
-Sabes…-comenzó.- Jamás eh sido
bueno en estas cosas.-al otro lado se oyó un bufido de ironía.- Lo sé… No soy
bueno para muchas cosas. No soy delicado con las cuestiones del amor, pero
¿Sabes algo?-hubo un silencio y él continuo.- De verdad te amo… Nadie…-su voz
comenzó a hacerse pastosa.- Nadie… podía estar conmigo más de una semana. Por
qué se cansaban de mi actitud, de mi forma de ser, de mis extraños cambios de
humor… Es por eso que siempre estuve solo… hasta que llegaste tú…
Al otro lado de la puerta, la
chica estaba sentada en una silla que tenía ahí, escuchando y llorando en
silencio. Aun tratando de comprender el porqué de sus actitudes y del por qué
esa “gran confesión” en un momento
como este.
…Al principio no quise hacerme
muchas ilusiones, porque sabía que sería la misma situación contigo.- continua
hablando después del insípido silencio.- Pero paso un mes y comencé a
preguntarme verdaderamente que era lo que tú habías visto en mí…
“Eres una buena persona aunque no lo creas” habías dicho tú. Fue
ahí cuando tú me cautivaste por completo. A pesar de mis extrañas actitudes, de
mis cambios drásticos de humor, de mis celos sin sentido, de todas esas
actitudes que comenzaban a preocuparte y a confundirte, seguiste ahí conmigo y
para mí. Amándome y demostrándome que en verdad tú sentías algo por mí… Pero
yo… comenzaba a dudar. Y no precisamente de ti. Si no de mí. ¿Qué te estaba
ofreciendo yo a cambio? ¿Dolor y sufrimiento? ¿Dudas y pesares? ¿Era lo que
merecías realmente tú?...
Ella negó con la cabeza. Era
obvio que ambos sabían que ella no merecía ese tipo de tratos o ese tipo de
pareja.
Él tragó saliva muy pesadamente y
trato de no llorar, al menos no en ese momento y siguió con su relato.
… Fue entonces que me hice el
propósito de cambiar… Pero me era tan difícil y casi imposible. El verte
sonreír con otro hombre, el mirarte tranquila por la plaza, o el simple hecho
de que me dijeras que irías a divertirte sin mi… Me ponía como la bestia que
soy.-murmuro acongojado.- procuré canalizar ese enojo, pero nada servía. Ni
terapias, ni pláticas, ni deportes… Nada.
Fue entonces que sin querer te
toque por primera vez. Y no en la forma en que me hubiera gustado.
Se hizo otra pausa con un
silencio mucho más incómodo que el anterior. Inclusive podía cortarse la
tensión con unas tijeras. Él dejo de respirar por unos segundos y ella mordió
ligeramente su muñeca para no gritar de dolor.
-¿N-No…Te sentí-ste mal?-preguntó ella ahogando el llanto.
-Como no tienes idea…. -Murmuró
él.-… Me sentí el hombre más infame y horrible de la faz de la tierra, me
consideré la bestia que tú ahora crees que soy. Pero… Lo que más me alivio y me
llevó al infierno fue tu actitud. Fingiste que no pasó nada, dijiste que a
cualquiera podría pasarle y que no tenía importancia. Qué aun así tú me amabas. ¿Puede ser eso cierto?-dijo alzando un poco la
voz.- ¿Puedes amar a la persona que te provoca daño a la misma vez?...
Ella asintió con la cabeza.
…De verdad no sabía qué hacer.
Pensé que tú en ese mismo instante estabas jugándome una broma, pero al ver que hablabas con toda la sinceridad del mundo, me
sentí aún más miserable y animal de lo que ya era en ese entonces. Me dijiste
mil y un veces que lo olvidará que no volvería a pasar si te lo prometía… Y
yo…-miro al techo para calmar las lágrimas aglomeradas en sus ojos.-… Yo te
hice esa promesa… Qué jamás cumplí. En verdad… Yo… Te pido perdón.
Fue lo último que pronuncio con
claridad aquel hombre de cabellos negros y seguido de eso rompió en llanto. Al
igual que la mujer de cabellos castaños al otro lado de la puerta. Ambos
llorando desconsoladamente, sin poder abrazarse y arreglar la situación, siendo
divididos por esa opaca y frígida puerta. Ella abrazando sus rodillas y
tratando de no llorar haciendo un escándalo. Él llorando sentado al pie de la
puerta, con una pierna doblada apoyando su brazo derecho en ella y mirando el
techo tratando de impedir lo imposible: La caída de sus lágrimas.
Cuando ambos se vaciaron de
lágrimas y ya no quedo nada más que
llorar, trataron de regular su acelerada y superficial respiración. Él seguía
sentando en el pie de la puerta y ella se estiro un poco ya que sus piernas
comenzaron a entumecerse por la misma posición en la que estaba. Ninguno de los
dos hablo. A diferencia de los otros silencios anteriores, este silencio era
cómodo, tranquilo y ligero.
-En verdad lo siento.-murmuró una
vez más aquel chico.- Espero algún día me perdones.-finalizó.
-Yo…-ella dudo y se quedó en
silencio.
-Sé que no puedes hacerlo de un
día para otro.-contestó con un deje de amargura.- Solo te pido que lo
consideres, ¿Puedes?
-Es-Esta bien.-contestó ella.- Lo
haré.
¿Y ahora que procedía? Se
preguntaron ambos. Ninguno de los dos quiso seguir con la conversación, ya que
sentían que no tenían nada que decir. Pero… este era el momento más importante
y decisivo de la conversación: La solución. Ella se puso de pie y comenzó a
acomodar la habitación ya que había pensado en escapar por la ventana y dejarle
hablando solo, pero al final se arrepintió y terminó escuchándolo.
Él se colocó de pie y se recargo
una vez más en la puerta.
Pasados unos minutos; cuando ella
termino de medio recoger su habitación fue a la puerta y tocó el pomo de la
puerta frío. El aliento la abandono por unos instantes. ¿Qué es lo que haría
ahora? ¿Qué es lo que él haría ahora? Colocó su mano izquierda en la puerta,
como si a través de ella pudiera tocar al amor de su vida. Él sonrió de lado y
se giró pegando su frente una vez más a la puerta cerrando sus ojos en el
proceso.
-¿Qué quieres que haga?-preguntó
con suavidad.- Dime y lo haré.
No hubo respuesta por unos
momentos. Eso le preocupo un poco.
-¿Sigues ahí?-preguntó una vez
más.
-S-Si…-murmuró ella aun en la misma posición.-
-¿Entonces?
-Yo…Yo… Quiero que te vayas.-concluyo.
Él abrió los ojos de golpe. Y cerró
la boca. Porque de ella saldrían los gemidos que acompañaban a las lágrimas que
caían por su rostro.
“Claro… Era de esperarse. Además, tengo la culpa” se dijo
mentalmente.
Se limpió las lágrimas con el
dorso de su mano izquierda y suspiro. Bueno, ese era el fin de todo.
-Sabes…-le llamó. Ella estaba llorando de nuevo en silencio.- ¿Sabes que es lo que más me pesa?
-¿Q-Qué?-trató de ocultar su llanto
con algo de tos.
-Qué este es el primer San Valentín de muchos… Qué ya no pasaremos
juntos.-concluyó.
-Lo sé…-respondió ella.
Sin más él se alejó de la puerta
y camino en dirección a la puerta de salida. Antes de irse, tomo las llaves que
traía consigo y las dejo en la mesa del comedor. Echó un último vistazo al
lugar y sonrió con nostalgia.
Fue demasiado bueno, mientras
duro… No, fue demasiado bueno; hasta que él lo arruino.