8 de diciembre de 2012

Inside



Sentada en medio de esa habitación blanca acolchonada miraba completamente entretenida hacía la nada.

-¿Y está que?-preguntó uno de los que rondaban por ahí.
-Dicen que ella se volvió loca.
-Bueno...-dijo el otro obviando lo dicho.-...Es obvio, que todos los de aquí están locos; pero ¿Cuál fue su motivo?
-Ah~ te refieres a eso.- contestó el aludido.- Bueno, creo que una de las pocas cosas que te hacen perder la cordura...
-¿Cuál?
-El amor.
-¿En serio?-preguntó divertido el otro y miró a la chica a través de esa ventana pequeña.- ¿No estás bromeando?
-No, no lo estoy, ella está aquí desde ya un considerable tiempo, pero solo se sabe que su motivo para ser internada fue el amor.

Ambos callaron y decidieron husmear un poco más por esa pequeña y sucia ventana.


Y ahí estaba, aquella chica que alguna vez sonrió de felicidad. Aquella chica que alguna vez consideró que su corazón jamás se rompería .. O al menos no de esa forma. Perdida en sus pensamientos pasados, sintió como unas miradas llenas de morbo le miraban intensamente; giró su cabeza lentamente y clavó sus ojos verdes sin vida en aquellos dos rostros masculinos y curiosos mirándole fijamente.
Al hacer contacto visual con aquella fría y muerta mirada a ambos les recorrió un estremecimiento terrible por toda la espinal dorsal. Sintieron como en su espalda caía lentamente el sudor gélido y como aquella aterradora mirada estaba clavada en sus orbes.

-Está loca esa mujer...-murmuró el curioso.
-Te lo dije...-contestó el otro.- Es mejor que nos vayamos.
-S-Si... es mejor.


Todo esto lo platicaron sosteniéndole la mirada a aquella pobre mujer, una vez roto el contacto visual, optaron por seguir con su ronda de trabajo y seguir observando a los mismos locos de siempre.

Ella siguió mirando unos minutos más hacia la ventana siendo ajena a que aquellas personas se habían retirado y la habían dejado de nuevo con su única y fiel compañera: La soledad. Cuando logró reaccionar, miro el suelo. Jugó un poco con sus manos blanquecinas y esqueléticas y a los pocos minutos, unas gotas de agua salada corrían por sus pómulos hasta llegar a la barbilla y caer o perderse en su cuello.


¿Era todo así? ¿Terminaría de esta triste y mórbida manera? ¿Por que no podía tener otro final? 

Uno en donde ella fuera feliz... En donde estuviera fuera de este universo de cuatro paredes...

Uno en donde él estuviera vivo.



Suspiró sonoramente.

¿Qué hacer cuando tu alma esta congelada?

¿Cuando tu corazón esta roto?

¿Con cada uno de esos momentos que tenía planeados hacer?

¿Estaba bien con solo dejarlos por ahí, botados en algún lugar?


De nuevo lloró. Se llevó las manos a su delgado rostro y trató de detener la lluvia incesante que venía de sus ojos, era imposible, el detener algo que tenía guardado por muchos años.

No había llorado, desde el día en que su prometido había muerto, y apenas, después de diez años, soltó las lágrimas que se negó a dar ese día.

¿Estaba bien morir y seguir viviendo?

¿Con los sentimientos congelados?

¿Dejar que pasará el tiempo hasta que alguien, le despertará?

¿Qué haría con todo esto?

¿Con los recuerdos? ¿Los sentimientos? ¿Las palabras? ¿Las emociones? ¿Los recuerdos? ¿Con ella misma?



Se secó los ojos de manera agresiva, inhaló y exhaló varias veces hasta que su respiración regreso a ser la misma de antes. Miro de nuevo las cuatro paredes acolchonadas... Se perdió mirando a la nada y recordando el pasado.

Tal vez... Solo tal vez si congelaba todo aquello, podría ser feliz, de una manera un tanto retorcida, pero lo sería.

Solo ella, sus recuerdos, él y solo él.


No importaba si el mundo a su alrededor terminaba.

Si la vida dejaba de existir.

Si incluso, ella misma dejaba de existir.


Solo sería feliz con el simple hecho de tener aquellos sentimientos, recuerdos, palabras y momentos  que le recordarían que él existió alguna vez y que sobre todo...

Qué ella alguna vez fue feliz.