22 de agosto de 2012

Suspiro


Mirando a través de la ventana fría y gélida se sumía en sus pensamientos aquella chica de cabellos castaños claros; pensando en porque la vida le había jugado tan cruel a ella.

¿Lo merecía? Se preguntaba constantemente.

¿Era un castigo?

¿O solo una lección demasiado ortodoxa para ella?

No lo sabía y por más que se lo preguntará jamás encontraría la respuesta.

-Leslie… Es hora.- le llamó su hermano mayor.

Ella solo asintió con la cabeza; no tenía ganas de ver ni hablar con nadie. Su hermano en cabio suspiro. De verdad toda esta situación le estaba afectado de sobremanera a su hermana pequeña. Creía que, la vida, el destino, Dios o como quisiera llamarle había sido demasiado cruel con ella. Solo era una chica en plena juventud que deseaba amar y ser amada, que solo se preocupaba por cosas triviales de jóvenes de su edad… Pero este duro golpe le hizo ver la vida desde otra perspectiva.

Tomo su abrigo y se coloco con parsimonia, realmente no tenía ganas de ir… Por más que fuera su obligación no quería salir de esas cuatro frías paredes… No se le antojaba ver la luz del día; no quería ver a ningún ser humano sobre la faz de la Tierra… Solo quería ser parte de las tinieblas, ser una con la oscuridad y ser amiga intima del olvido; ¿Era mucho pedir aquello? No… Quizás no, pro el simple hecho de ir caminando escaleras abajo era respuesta a que por más que quisiera no podía, ni debía…

-¿Estás lista hija?-pregunto su madre.

Ella solo asintió.

Desde ese día… No había emitido ni una sola palabra, ni un solo fonema, ni una sola exclamación, era como si… como si su voz se hubiera esfumado, para ser remplazada por muecas. Todos en su casa le veían de forma diferente; bueno no era que le trataran de forma distinta, al contrario seguían tratándola como siempre, solo que ella… Era obvio que no se comportará de la misma forma como antes de lo sucedido.


Al salir de su casa se dio cuenta de que el cielo no estaba soleado como ella creía, hacía una ligera brisa y el cielo estaba parcialmente nublado. Bueno, al menos el clima estaba algo a su favor. 

Observo como su hermano y su madre subían al coche y le miraban a través de la ventana, esperando a que ella entrara. ¿De verdad tenía que ir? En serio… ¿No pensaban en su dolor? ¿En su agonía? ¿En su odio al mundo?

Suspiro. Sabía que si lo pensaban y por eso mismo querían que ella saliera y fuera a ese lugar… Por el “bienestar de ella” le decían.

Subió al coche y arrancaron dirección a la afueras de la ciudad. Ella solo se limito a ver por la ventana sin emitir un sonido, ni en si quiera preguntar algo o comentar, su madre y su hermano por el contrario iban algo tensos al no saber si abordar un tema o solo quedarse callados.

-P-Podemos comprar unas flores Leslie.- le dijo su madre.

-O si quieres nada…-refuto su hermano al no ver ni una sola pizca de interés por parte de ella.

-Si, quizás eso.- contesto la madre en voz baja.- Qu-Quizás eso…-murmuro.

-¿Mamá?-le llamo su hermano.

-E-Estoy bien, dame un minuto.

Su madre bajo la ventanilla para que algo de frío viento entrara por ella. El resto del camino los tres se fueron en silencio.
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Al llegar al lugar se estremeció de pies a cabeza. Jamás pensó que un día en su juventud visitaría tal sitio; y menos en esas condiciones. Su hermano estaciono el coche y los tres bajaron con el mismo estado de ánimo, el guardia solo les miro y saludo con un gesto de cabeza; ella lo ignoro por completo y solo apretaba fuertemente la mano de su hermano mientras él y su madre la guiaban por el camino correcto. Debía de confesar que, ella no se atrevía mirar a su alrededor por miedo, miedo a soltarse a llorar o por miedo a retroceder y encerrarse en el coche. Prometió venir aquí; y ahora estaba caminando ahí; no debía de echarse para atrás. Caminaron unas cuantas veredas y unas cuantas manzanas hasta que en lo más profundo del lugar se detuvieron algo cansados por la larga caminata.

-Aquí es.- menciono su hermano aun tomándola de la mano.

Los tres se quedaron en silencio, ninguno sabía que seguía, se quedaron ahí, en silencio, pensando, indagando.
-¿Estas bien, Leslie?- llamó su madre.

Por primera vez en el camino, levanto la vista y enfoco sus ojos en la mirada esmeralda de su madre. No quería ver nada más, no por ahora. Le miro y comenzó a flaquear; ella se reflejaba en la mirada triste y preocupada de su madre. ¿Qué debía de hacer? ¿Qué era lo correcto?

-¿Hija?-pregunto una vez más.- ¿T-Todo bien?

-Todo bien madre.- hablo por primera vez en mucho tiempo. Su hermano y ella se sorprendieron.- Podrían… ¿Podrían dejarme sola por un momento?- ellos le miraron preocupados.- Estaré bien, mamá; Ian… Estaré bien.

-Cl-Claro…-contestó él.- Estaremos en aquel kiosco, por si se te ofrece algo.- dijo señalando el pequeño lugar alejado de donde ellos se encontraban. Ella asintió, y se fueron.


Una vez que ellos dos le dejaron sola, se atrevió a mirar el lugar.

Lúgubre.

Triste.

Oscuro.

Terrible.

Así era como lucía aquel cementerio, a pesar de que estaba bien cuidado, a pesar de que las flores abundaban ahí, de que el color verde de los pastos fuera predominante no le quitaba la vista de tenebroso y terrible a ese oscuro y frio lugar. Y sin más rodeo, miro la lápida a su frente. Era mucho más terrible y tétrica que el lugar. Trato de ser fuerte… de verdad que trato. Pero el dolor y los recuerdos era mucho más fuerte e intenso que no pudo resistir y cayó de rodillas al suelo, llorando.

-¡Leslie!- exclamo su madre desde el kiosco.

-Déjala madre, esto tiene que hacerlo ella sola.- le dijo su hijo mayor tomándola del brazo.

-P-Pero…

Su hijo solo la miro, y ella entendió que por mas que quisiera proteger a su hija, está era una de las cosas que debía de hacer ella sola por su propia cuenta. Así que opto por quedarse sentada y observar desde la sombra del lugar a su hija.
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Las lágrimas corrían libremente por sus mejillas de porcelana. ¿Hacía cuanto tiempo no había llorado? Había perdido el tiempo de abstinencia. Pero a decir verdad, se sentía tan bien el llorar libremente, el poder sacar todas esas emociones que por meses se guardo.

-Perdóname…-murmuro entre sollozos.- Perdóname… Evan; perdóname… yo… yo…
Se tiro en el suelo y lloro como jamás en su vida había llorado, lloro como si de ello dependiera su existencia. Lloro como si en ello se le fuera el alma.

-Per…Perdóname- lloraba.- Yo... Yo… ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué solo te fuiste tú, y no me llevaste contigo? ¿¡Eh!?- decía la chica de cabellos rubios siendo ahora presa de la furia.- ¿Acaso no me prometiste amor eterno? ¿No me vendiste un cuento de hadas diciéndome que siempre juntos? ¿¡Donde carajos esta todo eso!?

Arranco unas hierbas del pasto y las lanzo en dirección a la lapida perlada, y después comenzó a dar golpes en el césped. Era cierto, e habían prometido amor eterno, y todo lo que los jóvenes enamorados hacen, pero lamentablemente… Él había tomado otro camino diferente al de ella.

Recordaba con claridad aquel día… Aquel estúpido día en el que ambos habían decido salir a dar la vuelta, como lo hacen las parejas hoy en día. Fueron al cine, comieron algo de helado, decidieron luego pasar a un restaurante familiar a comer y finalmente dieron una corta caminata nocturna, antes de ir a la casa de ella. Todo iba bien, entre risas, bromas, pláticas profundas, peleas, entre todo aquel día era maravilloso… Hasta el momento en el que llegaron a la avenida principal para entrar a la estación del metro, que se encontraba unos metros lejos de ellos; ellos iban a cruzar la calle y se habían fijado por donde… Pero aquel estúpido conductor ebrio, aquel bastardo que tomo la ligera y estúpida idea de conducir estando bajo los efectos del alcohol…

-Pensé que jamás nos pasaría algo así.- murmuró ella recordando.

-Pensé que…-su voz se quebraba con cada palabra.- qué jamás nos pasaría lo que pasa en las películas o en los libros. Qué uno de los dos diera la vida por la otra persona. Jamás pensé que nos pasaría eso… Evan.

Cruzaban tranquilamente la calle, cuando aquel conductor comenzó a zigzaguear; él se había dado cuenta y trato de apresurar el paso, pero ella iba tan enfrascada en la plática y el ambiente que jamás noto la tensión de su novio.

-Leslie- le llamó algo tenso.

-¿Qué pasa Evan?-pregunto confundida.

-¿Sabes que te amo, Verdad?-dijo aun caminando por la calle.

-Si... Lo sé tonto.- dijo ella divertida.- Y yo te amo a ti.

-Siempre te amaré, ¿De acuerdo? Pasé lo que pasé, siempre te amaré.- le dijo él tomándola del brazo.

-Evan… ¿Qué pasa?-se preocupo ella.- ¿Evan?

-Te amo, Leslie…

-Yo también Te amo, Evan.- decía algo nerviosa- Pero que pasa, ¿Qué pasa?

-Adiós, amor mío…

La abrazo con fuerza y ella quedo completamente extrañada, luego sintió como un golpe sordo daba con ellos y sintió dolor, mucho dolor, su vista quedo desenfocada y sus sentidos aturdidos, cuando pudo enfocar su mareada vista observo que había mucha gente a su alrededor, gritos, llantos, llamadas de auxilio, y ella se sentía completamente adolorida. Sentía dolor, físico, mental y emocional, desesperada comenzó a llamar a su novio, pero a duras penas podía respirar. ¿Qué había pasado? ¿Donde estaba Evan?

La gente del lugar no podía creer lo que sus ojos habían visto. Aquel joven chico, dio la vida por su novia, la abrazo con fuerza y protegió el delicado cuerpo de la chica con el suyo, al impacto de aquel conductor ebrio que fue a parar a la acera del lugar; albos cuerpos de los chicos salieron disparados hacia el aire y después contra el suelo, él había dado su vida por salvarla, había muerto por el impacto y ella había tenido contusiones y heridas fuertes, y aun así, le llamaba con voz débil y desesperada.

-Pobre chica…-murmuraban algunos del lugar.
-Él dio la vida por ella…
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Estuvo internada en el hospital por dos meses, un mes de reposo adicional. En total fueron 3 meses de no saber de la muerte de su novio, hasta que pensaron que era el momento ideal. Ella solo lo tomo como una cruel broma al principio pero al ver que nadie le decía “Es una broma, sonríe” comenzó a entrar en la negación para después quedar completamente en shock. Y ese día… Ese día había decidido verificar con sus propios ojos, lo que muchos le dijeron pero que ella negó.

Y ahí estaba frente a la lapida de su novio, llorando con libertad y reclamándole el porque le había dejado. Cuando pudo controlar las lagrimas, se las seco y miro la lapida perlada.

-Fuiste un idiota.- dijo algo aliviada.- Pero creo que te debo las gracias. Gracias Evan, por amarme, por cuidarme, por aceptarme, por protegerme… Y por salvar mi vida.

Una ligera brisa despeino su rubio cabello. Y una fragancia a Lilas le llego a sus fosas nasales.
Las lilas eran las flores favoritas de Evan… Ella sonrió con nostalgia y dejo un tulipán rojo frente a la lápida.

-Te amo, jamás dejaré de hacerlo, aprovecharé la segunda oportunidad que me diste. Viviré por ti y por mi Evan. Te amo. Adiós.

Bueno, a final de cuentas, él le había brindado una segunda oportunidad. Su amor se había terminado, pero gracias a él, conoció el significado de amar. Le dolía su partida, pero él decidió hacer eso por ella. Porque le amaba. Y como ella le prometió.

Viviría por los dos.